Manuel Amor, profesor de Tecnología Industrial del colegio San Patricio de Madrid, propuso a sus estudiantes un proyecto en el que transformar un vehículo clásico en eléctrico. El elegido fue un Seat 600 que ahora ha renacido como coche sin emisiones.
“El 600 era perfecto porque al pesar poco se necesita menos batería y un motor más pequeño”, explica el profesor, que también señala que, debido a su tamaño, a los alumnos “les llamaba la atención que una familia pudiera viajar allí dentro”.
Los 12 estudiantes han invertido 150 horas de trabajo para dar forma al coche de manera literal, ya que han tenido que crear desde cero hasta 10 piezas, incluidas las del acople del motor. “Gracias a la reutilización, la reparación y el reciclaje de piezas y materiales, el proyecto es un ejemplo de economía circular”, expone Amor.
Los jóvenes han aprovechado para actualizar el Seat más allá de su mecánica eléctrica, añadiendo extras modernos como el sistema de luces automáticas o una pantalla táctil. Sin embargo, el proceso fue complicado y contó con algún que otro contratiempo: “Cuando teníamos que entregar el coche, empezó a salir humo. Pensamos que ya estaba todo perdido. Por suerte, decidimos no tirar la toalla. En ese momento revisamos las conexiones, vimos lo que estaba mal y sustituimos el fusible que se había quemado”.
Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.