Cuesta imaginar, a día de hoy, unas carreteras donde berlinas y compactos sean los vehículos dominantes, quizá acompañados de algunos monovolúmenes. Pero ese tiempo existió, hace bastante ya, hasta que llegó él. El Nissan Qashqai. Y después nada volvió a ser lo mismo.
2007 fue el principio del dominio de los todocaminos. El Qashqai creó de la nada un nuevo tipo de vehículo, los crossover, que en esta década de vida han experimentado un crecimiento espectacular. Basta mirar a los números: el segmento C SUV en Europa ha pasado de cero unidades en aquel año a 2,6 millones en 2016.
Y el principal artífice, el pionero, es el japonés. Un modelo que allá por 2002, cuando se empezó a gestar, iba a ser el nuevo Almera, pero que tras un giro radical de los acontecimientos se convirtió en algo totalmente diferente… que acabó siendo un éxito inmediato. La combinación de tamaño, cierta capacidad para salir del asfalto y un diseño atractivo y armonioso le sirvieron para vender, solo en Europa, 100.000 unidades durante su primer año de vida.
Una década en la que el Qashqai ha pasado de ser un SUV de formas redondeadas, con grandes faros y voluminosas protecciones de plástico inferiores a adoptar un diseño más definido y musculoso, con una parrilla cruzada por la característica ‘V’ cromada de los últimos miembros de la marca, unos afilados grupos ópticos y, en general, un aspecto de corte premium. Esto se recalca además con un equipamiento cada vez más tecnológico, con elementos como las cámaras de visión de 360º.
Y la fórmula parece que sigue funcionando: en estos diez años se han vendido 214.918 Nissan Qashqai en España, 2,3 millones en Europa y 3,3 millones en todo el mundo (se comercializa en 137 países; en algunos, como el estadounidense, bajo la denominación Rogue Sport).
La marca está orgullosa de haber sido la primera (argumenta que a día de hoy hay 21 rivales directos en las gamas de otros fabricantes) y celebra el éxito de su modelo con una edición especial, el Nissan Qashqai 10 Aniversario.
Solo se fabricarán 500 unidades de la serie, cada una con una placa y un llavero identificativos. En lo estético luce un acabado tipo carbono para los paragolpes y las carcasas de los retrovisores, insignias de la edición tras los pasos de rueda delanteros y antena tipo aleta de tiburón. En el habitáculo solo cuenta con la placa numerada.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.