El cierre al tráfico de la Gran Vía de Madrid durante 28 jornadas (desde hoy hasta el 7 de enero) es solo un adelanto de lo que se intuye como el futuro de la movilidad urbana: sin coches particulares. Muchas ciudades ya han declarado que es su meta a medio plazo, estableciendo restricciones en el centro en primera instancia y la prohibición total más adelante, en gran parte buscando como objetivo reducir la contaminación pero también mejorar la movilidad. El cierre de esta arteria madrileña, por ejemplo, será definitivo a partir de junio de 2018.
Y si los coches híbridos y eléctricos ya no son una idea válida, ¿qué posibilidades de movilidad existen aparte del transporte público? Lo cierto es que a día de hoy ya hay bastantes propuestas de movilidad alternativa que son completamente factibles en un entorno urbano; solo falta que, en algún caso, una bajada de sus precios ayude a popularizarlas.
Las bicicletas son la primera opción. Llevan años siéndolo y con el cierre al tráfico su importancia será todavía mayor. En este proceso se hará necesaria la elaboración de una reglamentación más definida respecto a su uso, pero es de esperar que se pongan las cosas más fáciles a los ciclistas con, entre otras cosas, más kilómetros de carriles bici.
Aunque las clásicas estarán ahí, también cobrarán relevancia nuevas tipologías. Por un lado, los servicios de bicicletas compartidas como BiciMAD estarán cada vez más extendidos. La facilidad que supone poder utilizar una bicicleta cuando se necesite, sin preocuparse por tener hueco en casa para dejarla, es un punto a favor. A pesar de ello, siempre habrá quien prefiera tener la suya propia: las bicicletas eléctricas, con asistencia que haga más livianas las cuestas y reduzca el esfuerzo, serán cada vez más comunes. De hecho, los aficionados al motor podrán optar hasta por una de su marca favorita, ya que muchos fabricantes ya las producen.
Para los que busquen algo más práctico, siempre está el mundo del patín. Patines, patinetes o monopatines llevan décadas en el mercado y recientemente se han sumado a la oferta opciones como los longboards. Dejando a un lado las versiones convencionales, las más interesantes son las que cuentan con motorización eléctrica, puesto que permiten ir a mejor ritmo y con menor esfuerzo, utilizan un mando remoto que se controla con la mano y permite acelerar o frenar. Incluso hay variantes con una única rueda de gran tamaño situada en posición central.
Por norma general permiten alcanzar velocidades de hasta 30 km/h, pero tienen diversos modos para ir más o menos rápido según sea posible, y ofrecen una autonomía que ronda los 12 kilómetros por carga, suficiente para trayectos diarios por el núcleo urbano. Los tiempos de carga que manejan permiten rellenar la batería por la noche y en el caso de modelos fabricados por marcas automóviles, como los Peugeot e-Kick o Hyundai Ioniq Scooter, se pueden hasta recargar en el maletero del coche.
La alternativa más pintoresca, por ser la que ha aparecido más tarde, es la de los segway, hoverboards y demás dispositivos similares. Todos ellos comparten la característica de funcionar con giroscopios y tecnología autobasculante, esto es, se desplazan en función de cómo el usuario distribuya su peso.
El segway combina una plataforma donde apoyar los pies con un manillar que permite sujetarse con las manos, siendo quizá el más accesible para nuevos usuarios, y hay versiones tanto urbanas como otras todocamino con ruedas de mayor tamaño para circular por tierra. Los hoverboard emplean solo la base inferior y, por norma general, son de rueda pequeña, manteniendo una orientación de conducción hacia adelante. La última opción son los monociclos eléctricos, con solo una rueda y que pueden ser tanto para ir de pie como incluir una siento para ir sentados.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.