Quien a estas alturas siga dudando de que ‘familiar’ y ‘deportivo’ pueden ir en la misma frase, quizá es porque no sigue muy de cerca la actualidad del sector. Las marcas llevan ya años dejando claro que pueden ser términos complementarios y una de las que más lucha por reforzar esa sensación es Audi. Y los argumentos de la marca de los cuatro aros al respecto no han podido ser más contundentes, siendo el RS4 Avant, que estrena su cuarta generación, uno de los mejores ejemplos.
Exhibe la versatilidad que otorga la carrocería ranchera pero con todos los añadidos RS que se llevan su conducción y comportamiento dinámico a un nivel superior, uniendo lo mejor de dos mundos.
Su estética transmite presencia y agresividad desde el primer vistazo. La parrilla hexagonal es enorme y está acabada en negro, cuenta con un paragolpes específico que aloja dos entradas de aire de grandes dimensiones, las llantas son de 19 pulgadas, los pasos de rueda se han ensanchado 30 milímetros, retrovisores y barras del techo también están rematados en negro, la carrocería está pintada en el azul Nogaro que ya luciera el primer RS 4, el difusor es específico, monta dos salidas de escape ovaladas e incorpora un alerón.
El interior no se queda atrás, gracias a la tapicería blanca (con entramado de panal de abeja de manera opcional) es muy luminoso y combina con el negro predominante en el habitáculo, además de con las inserciones de aluminio presentes en salpicadero (que pueden ser de carbono), puertas y columna central. El volante está achatado en su base y forrado en cuero, de la misma manera que la palanca de cambios, y tras él se encuentra el cuadro de instrumentos 100% digital de la marca.
A pesar de lo llamativo que resulta, lo realmente importante es su puesta a punto mecánica. Empezamos por el motor, que deja a un lado su condición de atmosférico y se pasa al doble turbo: un bloque 2.9 TFSI V6 de 450 CV de potencia y 600 Nm de par, asociado a un cambio automático tiptronic de ocho velocidades y a la tracción integral quattro. Sumado a una ligera pérdida de peso (80 kilos menos que su predecesor), sirve para que haga el 0-100 en 4,1 segundos.
Y no solo eso: su suspensión deportiva RS rebaja la altura en siete milímetros y aporta un tarado más duro y, opcionalmente, puede montar una dirección más directa con ajustes dinámicos y frenos carbocerámicos.
La mejor manera de afrontar la vuelta al cole… aunque previo desembolso de los 96.890 euros que cuesta.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.