No se trata de una nueva generación, pero los cambios visuales que estrena el Chevrolet Camaro de cara a este año son suficientes como para distinguirlo sin problemas de la versión previa a la actualización. No es una puesta al día demasiado profunda, pero sí que introduce novedades también en el ámbito tecnológico y mecánico.
Lo más llamativo, no obstante, son las modificaciones que recibe el frontal. Estas dependen del nivel de acabado que luzca el muscle car (LT, RS, SS), pero en los superiores incorpora una nueva parrilla que combina la superior y la inferior uniéndolas con una franja oscurecida, los faros se afilan todavía más y se integran las luces inferiores del paragolpes. Los grupos ópticos LED traseros son comunes a toda la gama, oscurecidos en muchas de las versiones y también se estrenan difusores específicos que en algunos casos alojan salidas de escapes dobles.
No hay cambios morfológicos en el habitáculo, pero sí un nuevo sistema de infoentretenimiento que de serie se combina con una pantalla táctil a color de 7 pulgadas, opcionalmente ampliable hasta las 8. La dotación tecnológica se puede completar con el aviso de colisión inminente y la cámara trasera mejorada.
Y, aunque la oferta de motores es la misma, tres gasolina de entre 278 y 451 CV, sí hay novedades mecánicas: el Camaro SS puede asociarse a la transmisión automática de 10 velocidades, se estrena la función Launch Control, se puede bloquear el eje delantero para quemar rueda y los Camaro con motor Turbo (el de acceso) está disponibles con el pack 1LE que incluye llantas de 20 pulgadas, suspensión más dura, nuevos modos de conducción, frenos Brembo y asientos Recaro.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.