Fue en 2001 cuando se estrenó ‘The Fast and The Furious’, una suerte de adaptación encubierta de Point Break, estrenada en España como Le llaman Bodhi. Conocida también como A todo gas, nada podía anticipar que sería la piedra fundacional de una saga de películas multimillonaria que seguiría estrenando entregas más de 20 años después.
Pero todo tiene un final, y ‘Fast X’, que se estrena este viernes 19 de mayo, es el comienzo de la despedida de Toretto y compañía.
La evolución de la saga ha sido de todo menos lineal. Lo que empezó como una película de atracos centrada en el mundo de las carreras ilegales y el ‘tuning’, ha acabado siendo una saga en la que las explosiones y las armas tienen tanto hueco o incluso más que los coches deportivos. En cada entrega ha alcanzado nuevas cotas de espectacularidad que han llevado a sus protagonistas incluso al espacio.
Es fácil encontrar el punto de inflexión entre la primera vertiente de la saga y la deriva actual, que corresponde a la tercera entrega: ‘The Fast and the Furious: Tokyo Drift’.
Tras la primera película, con Dominic Toretto (Vin Diesel) y Brian O’Conner (Paul Walker) como personajes principales, el primero no apareció en la segunda. Y en la tercera desaparecieron ambos.
Diesel se había desvinculado del proyecto, y Universal barajaba la posibilidad de convertir ‘Fast & Furious’ en una antología, una serie de películas con el mismo título y centradas en la conducción, pero con historias inconexas que no estuvieran relacionadas entre sí.
Sin embargo, un acuerdo de última hora entre la productora y el actor se saldó con un cameo de Toretto al final de la película (a cambio de los derechos de Riddick) que cambió la historia de la franquicia para siempre.
Desde entonces, se han lanzado seis películas más (siete a partir de este viernes) más el spin-off de Hobbs & Shaw, todas ellas con protagonismo para los coches y las carreras, pero poniendo el foco cada vez más en la acción.
‘The Fast and the Furious: Tokyo Drift’
En el cómputo global de la saga Fast & Furious, la tercera entrega (Tokyo Drift) es la que se siente más ajena al resto, por varios motivos. Fue la primera vez que la trama abandonaba Estados Unidos, y en ella aparecieron personajes que en su momento eran completos desconocidos.
Sin embargo, el rasgo más diferenciador es que, para un público que ya empezaba a estar familiarizado con las carreras de aceleración de menos de 10 segundos en recta, se incorporaba una disciplina prácticamente inédita fuera de Japón, el ‘drift’.
Esta modalidad, nacida en las carreteras de montaña del País del Sol Naciente, se basa en derrapar y encadenar curvas cruzando el coche de lado, y tiene un componente estético y de baile que no existe en ningún otro tipo de competición del mundo del motor.
Su presencia en la saga hizo que se abriera a un público mucho más amplio y sirvió, además, para que creciera como disciplina hasta el punto de profesionalizarse y que, a lo largo de los últimos años, hayan surgido campeonatos en todo el mundo.
Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.