El Jaguar F-Type es (con permiso del F-Pace, coche del año en el mundo 2017) uno de los modelos más golosos de la gama del fabricante británico. Con una oferta repleta de versiones cada cual más potente que la anterior, ahora recibe una variante de acceso con un nuevo motor.
Se trata de un pequeño bloque 2.0 tetracilíndrico, a priori una afrenta para los defensores de los V6 y V8 que montan las versiones superiores del deportivo. Y recalcamos a priori porque, cuestiones de sonoridad a un lado, el propulsor desarrolla 300 CV de potencia, solo 40 menos que el V6, acompañados de un par máximo de 400 Nm.
Las prestaciones se resienten, pero tampoco en exceso: acelera de 0 a 100 km/h en 5,7 segundos y alcanza una velocidad máxima de 249 km/h. Además, tiene unos cuantos beneficios, como tratarse de un motor más ligero (lo que ahorra 52 kilos y mejora el reparto de pesos) y más eficiente, homologando un consumo mixto de 7,2 l/100 km y unas emisiones de CO2 de 163 g/km.
En palabras de Erol Mustafa, ingeniero jefe del Jaguar F-Type, “la mayoría de la reducción del peso es del eje delantero, haciendo que el coche esté mejor balanceado y sea más ágil. Combina eso con el sonido del escape del cuatro cilindros y este F-Type tiene un carácter propio”.
Estéticamente, la única diferencia respecto a sus hermanos mayores es el sistema de escape, una única salida central. El precio de partida es de 63.500 euros para el cupé y de 71.100 para el descapotable.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.