Ver aviones en la carretera es una situación inusual que, por norma general, implica que la aeronave en cuestión ha tenido que realizar un aterrizaje de emergencia. Sin embargo, hay un lugar en California, Estados Unidos, en la que los aviones circulan por la calle junto a los coches: Cameron Park.
Se trata de un barrio situado en El Dorado County y que es de lo más peculiar: tiene un aeropuerto público junto a las parcelas de las casas y los dueños de éstas tienen dinero suficiente como para tener aviones, por lo que toda la zona se ha adaptado para tal fin.
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Está estructurado en torno al aeropuerto, que cuenta con su propia torre de control y dispone de una pista de aterrizaje más de un kilómetro de largo y 15 metros de anchura. Está configurado de tal manera que, una vez aterrizado, cualquiera de los vecinos puede salir de la pista circulando para rodar con su aeronave hasta la puerta de su casa.
El formato es el típico de barrio residencial en los suburbios estadounidenses, con grandes casas ubicadas en parcelas todavía mayores. La diferencia aquí es que, además de jardín o hueco para aparcar el coche delante del domicilio, la mayoría de los residentes también dejan estacionada su avioneta.
Un barrio hecho a medida de los aviones
Se inauguró a principios de la década de los 60 del siglo pasado como una comunidad pensada para los amantes de la aviación que, eso sí, tuvieran presupuesto para permitirse un hogar de estas características y un avión.
Está conformado por 124 viviendas, que rara vez se ponen a la venta y cuyo precio es superior al millón de dólares.
Como es lógico, la estructura del barrio está adaptada a las necesidades de espacio para que un avión pueda rodar sin problemas. Así, las calles son mucho más anchas, lo suficiente como para que dos aeronaves puedan cruzarse en sentidos opuestos sin problema; mientras que las señales están colocadas a una altura baja para que no se produzcan choques con las alas.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.