La deconstrucción del coche familiar

El Citroën C4 Cactus es un modelo innovador, que propone una vía diferente a lo habitual en los automóviles de bajo coste

La deconstrucción del coche familiar

La tercera vía, ni lujo, ni low cost. El Citroën C4 Cactus es una nueva alternativa poscrisis que reúne un diseño original y todo lo importante que se espera en un modelo moderno con tarifas muy asequibles. Este familiar pensado para resolver el día a día al menor coste posible prescinde de lo superfluo para optimizar el peso y la economía, tanto en el precio como en el consumo. Y se sitúa en el extremo opuesto a los modelos aspiracionales de quienes buscan que el coche sea una prolongación de su personalidad y aporte prestigio social. Saldrá a la venta el 15 de junio desde 14.750 euros (13.750 con Plan PIVE) y se fabricará en Villaverde (Madrid) en exclusiva para todo el mundo.

El Cactus es un familiar compacto tipo VW Golf -4,16 metros de largo, por 4,25 del VW- pero con un planteamiento revolucionario que le distingue en su tamaño y no deja indiferente: gusta o se detesta. Y esa falta de compromisos estéticos se traslada a la factoría: su éxito traerá récords de producción y empleo a la veterana planta madrileña, pero si fracasa podría darle la puntilla.







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Salpicadero.




El diseño crossover, una fusión entre todoterreno y turismo, distingue a este Citroën y amplía su clientela potencial para robar ventas a unos y otros. Por fuera adopta la línea de los primeros, pero con una silueta cupé: morro largo, techo en arco y zaga corta con el portón tumbado hacia delante. Añade unas suspensiones algo más elevadas que los turismos sin apenas aumentar la altura, que es muy inferior a la de los 4×4 -148 centímetros frente a los 160 de media de éstos – para no penalizar la aerodinámica (Cx: 0.32). Y como lleva la cintura de chapa alta, y ventanillas con poco cristal, transmite solidez y dinamismo.

El cóctel aporta una personalidad indiscutible y la estética prima la sencillez, con trazos rectos y planos, ángulos redondeados en el frontal y la zaga, y sobre todo los ‘airbumps’, unas llamativas bolsas de aire que reemplazan a los paragolpes convencionales y están estratégicamente situadas para evitar daños y roces.







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Vista posterior.




Otro aspecto diferenciador y clave para entender el Cactus es la búsqueda de la eficiencia a través de la ligereza. Ha exigido algo así como la deconstrucción del coche para partir de cero y crear un círculo virtuoso que se retroalimenta: cada pieza suprimida o aligerada reduce costes, peso y consumo. Y cuanto más ligero es, más pequeños son los motores que debe llevar, lo que vuelve a rebajar las tres cosas. El resultado es un peso 250 kilos inferior a los coches de su tamaño y se traduce en una gama muy limitada, aunque también muy eficiente: se trata de ofrecer prestaciones suficientes con el mínimo gasto. Así, Citroën propone un 1.2 VTi de gasolina y 82 CV (desde 14.750 euros y 4,6 litros de consumo medio) y dos 1.6 turbodiésel: e-HDi de 92 CV con cambio ETG automatizado de seis marchas (16.850 y 3,5 litros) y BlueHDi de 100 CV con caja manual de cinco (16.950 y 3,4 litros).



Eficiencia con sacrificios


El culto a la reducción de costes y la ligereza no penaliza en exceso la presentación interior del Cactus, que muestra un aspecto aparente y moderno. El diseño es sencillo, con plásticos sufridos y ajustes correctos, pero añade detalles sofisticados, como los asideros imitando correas de piel. Incluye los contenidos tecnológicos y de conectividad imprescindibles, y ofrece dos pantallas, una para la instrumentación y otra táctil en el centro para manejar todos los accesorios.
Delante es amplio e integra una banqueta corrida, muy práctica y original, para dos pasajeros. Atrás la altura y el espacio para las piernas son suficientes para adultos de 1,80 metros, aunque el asiento es muy plano y austero. Y añade un maletero de 354 litros correcto para el tamaño del coche, con formas muy aprovechables, y buenos huecos para objetos.
Pero la reducción de peso provoca algunas carencias. Así, las ventanillas traseras solo se abren en compás y no se bajan (11 kilos menos), la banqueta posterior se abate en bloque en vez de por partes (siete kilos) y el interior del portón apenas está revestido. Y también se echa de menos una mayor insonorización en las versiones diésel.
Pero el tacto de conducción y la rodadura son correctos y los motores mueven el peso con suficiente soltura manteniendo unos consumos solo al alcance de los modelos híbridos y convencionales más eficientes.



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