Son las 11 de la noche de un sábado cualquiera de mayo de 2020, en la terraza de un restaurante de los alrededores de Madrid. Paco, Germà y Mario habían quedado para comer juntos y ver después en TV el último clásico entre el Real Madrid y el Barcelona, que se celebraba esa tarde. Pero entre las cañas del aperitivo, el vino de la comida, los chupitos y las copas pospartido, han pasado casi sin darse cuenta de discutir acaloradamente las jugadas más polémicas, a entrar en una fase aguda de exaltación de la amistad.
Así que ninguno reúne ya las condiciones para coger el coche en el que han venido juntos y volver a casa o al hotel, en el caso del segundo. Afortunadamente, los tres tienen contratados servicios de movilidad con diferentes plataformas, que les ofrecen soluciones a la carta. Y son tan simples y accesibles que se convierten enseguida en el mejor antídoto para no cometer la insensatez de coger el coche.
Paco es el que lo tiene más fácil: como está ya sin puntos y no ha podido todavía afrontar el curso de recuperación, hace tiempo que contrató una tarifa plana mensual con una compañía de taxis-robot que le lleva de casa al trabajo y vuelta cada jornada. Así que le basta con pulsar el botón de un pequeño mando a distancia, para que el transbordador urbano detecte su ubicación y pase a recogerle. Además, y como no se encuentra muy fino ni tiene ganas de hablar con nadie, elige la opción de servicio individual, que aunque supone un recargo, evita compartir vehículo y conversación con desconocidos.
A Mario en cambio, se le ha complicado todo un poco más. Soltero y sin familia, había hecho esa mañana con el móvil el pedido de la compra semanal enviando a la vez una llave electrónica de uso único al repartidor para permitirle abrir el maletero y dejar las bolsas en su coche. En consecuencia, no puede dejarlo aparcado en el restaurante, porque se le estropearían los alimentos frescos. Pero su plataforma ofrece también servicio de chófer, que acudirá para llevarles a casa, a él y a su coche.
En el caso de Germà, que ha venido a pasar el fin de semana desde Barcelona y se está moviendo con el servicio de la misma compañía de carsharing o coche compartido que utiliza en su ciudad, también dispone de otras alternativas. El trayecto al hotel lo realizará con el servicio de ridesharing o trayecto compartido, bastante similar al BlablaCar actual, pero especializado en el ámbito urbano y con disponibilidad en tiempo real.
Podría pedir un servicio profesional, con conductores de empresas que cubren los recorridos más concurridos subiendo y bajando viajeros sobre la marcha, pero saldría más caro. Y como no tiene prisa, ha optado por indicar su posición y destino desde la aplicación del móvil, quedando a la espera de respuesta. Pero en apenas dos minutos ha recibido el aviso de un conductor particular que va a hacer ese mismo recorrido y le recogerá en 15 minutos.
Este relato que hace muy poco habría parecido pura ciencia-ficción, podría hacerse realidad en apenas tres años, hacia 2020, al poco de comenzar la nueva década. En todos estos casos, los pagos de los servicios se cargarán directamente a las cuentas de cada usuario.
DE LA FICCIÓN A LA REALIDAD
Algunos de las nuevas funciones de movilidad, como el ridesharing, se ofrecerán probablemente antes, a finales del año que viene en algunas grandes ciudades. Y los que exigen automóviles con funciones de conducción autónoma de fase 4, como los primeros taxis-robot [permitirán circular sin intervención del conductor, pero solo en zonas o carreteras determinadas] deberían estar operativos a partir de 2020 o 2021, aunque es muy posible que en algunos países, como Singapur y otros, que llevan más avanzados los programas de automatización y digitalización, se adelanten a 2019.
Y es que el planteamiento para implantar estas tecnologías no es igual de exigente en algunos actores emergentes, como Google, Tesla o Uber, que entre los fabricantes clásicos de automóviles, que se juegan su futuro en el éxito y la seguridad de sus vehículos, porque es de lo que viven. Así, la filosofía de los recién llegados o de estados como Singapur, se podría resumir en algo así como: «No vamos a esperar a que los taxis-robot tengan un funcionamiento 100% perfecto para implantarlos. Nos basta con que mejoren los ratios de seguridad actuales de los conducidos por humanos.»
Aparcacoches, físico y virtual
MENOS TRÁFICO
Pero una de las cosas que están más claras en esta triple revolución es que todo este proceso va a desencadenar una mejora de la eficiencia del transporte urbano. Y es que se vaticina que cada coche autónomo puede llegar a eliminar hasta 17 vehículos particulares, reduciendo así el parque móvil y acercando el sueño del doble cero: 0 emisiones y 0 accidentes.
La otra consecuencia es que permitirá superar las limitaciones del transporte público actual, que presenta una falta de flexibilidad en horarios y trayectos incompatibles y muy alejados de la comodidad de los servicios puerta a puerta. Y lo más importante es que el resultado final será un aumento del espacio disponible para los ciudadanos, que se podría utilizar para ampliar las zonas verdes y de ocio en detrimento de las viales.
NUEVOS SERVICIOS
1. Carsharing. Es el servicio más maduro, pero apenas acaba de nacer y tiene por delante un gran margen de evolución. Lo primero que va a cambiar son las flotas de modelos únicos principalmente urbanos, como el actual Car2go madrileño que hasta ahora utiliza solo Smart Fortwo (dos plazas), aunque pronto sumará también los Forfour (cuatro).
Y se empezarán a ofrecer todo tipo de alternativas: modelos más grandes y no necesariamente eléctricos para salir de la cuidad, SUV para las vacaciones, coches lúdicos como cupés o descapotables para los fines de semana… Y también evolucionará su implantación para incluir el coche compartido como un servicio más integrado en las plataformas de movilidad más completas y multifuncionales.
Las mil caras de la llave digital
El despliegue del carsharing o coche compartido incluirá nuevas variantes basadas en acuerdos personales o ‘peer to peer’, que permitirán repartir los gastos del coche a sus propietarios e incluso rentabilizar su uso compartiéndolos. Algunas se basarán en la proximidad: portales o bloques de pisos, garajes comunes, calles o barrios. Y los dueños pondrán sus coches en situación de disponibilidad a través de apps o plataformas comunes cuando no los necesiten, para que los socios o vecinos los puedan utilizar pagando el servicio.
La oferta incluirá también otros criterios de asociación, como los propietarios de coches de una marca determinada o un tipo de vehículo en concreto, como por ejemplo un club de propietarios de Minis, que se intercambian un SUV o un descapotable según las necesidades del día, el fin de semana o las vacaciones. O los grupos de dueños de deportivos, que ceden sus coches y prueban los del resto de socios sin necesidad de adquirirlos. Todas estas comunidades regularán su funcionamiento con aplicaciones.
2. Ridesharing. Compartir el trayecto. Es la gran esperanza de los expertos para resolver la saturación del tráfico en las grandes ciudades. Se trata de crear plataformas de servicios y usuarios que comuniquen sus desplazamientos en tiempo real para que otros ciudadanos que van a realizar en parte o al completo el mismo recorrido puedan compartirlo.
Recarga ultrarrápida
Los servicios podrían ser profesionales o particulares e incluso se plantean compañías que recorrerían de forma permanente los principales ejes y avenidas de las grandes ciudades cogiendo y soltando clientes sobre la marcha. Pero la prestación la podría ofrecer también cualquier conductor privado en su coche particular cada vez que circula. El resultado: reducciones de entre el 20% y el 60% de los desplazamientos urbanos, en función del tiempo máximo de espera admitido y las particularidades urbanísticas y viales de cada capital.
3. Plaza de garaje ‘caliente’. Uno la usa de noche, cuando llega del trabajo, y otro de día, cuando el primero se marcha y el segundo inicia su jornada. Y también uno puede ocuparla a diario y dejarla disponible los fines de semana, que se va fuera, para quienes se desplazan al centro de visita o al gimnasio del barrio y no tienen dónde aparcar.
Son las plazas de garaje ‘calientes’, que se comercializarán durante el tiempo que su dueño no las utilice a través de las plataformas de servicios de movilidad. Bastará utilizar una app para indicar el destino y elegir entre las que estén disponibles, tanto en aparcamientos públicos como de residentes o particulares. El sistema enviará un código de acceso al móvil para poder entrar y cargar después el importe según el tiempo de estancia.
El coche como depósito de 'e-commerce
4. Negocio sobre ruedas. Según un informe de la CNMC, la Comisión Nacional del Mercado y la Competencia, las empresas han invertido 24.300 millones de euros a escala global en el último lustro para el desarrollo del consumo asociativo.
Y el transporte concentra el 62% de las inversiones, siendo así la cabeza más visible de la economía colaborativa. Su auge puede explicarse por la crisis de 2007, que mermó la renta de los consumidores y su acceso al crédito y también por el cambio cultural asociado a la era digital, que se traduce, entre otras cosas, en la preferencia por el uso antes que por la propiedad. En todo caso, se prevé que esta revolución de la movilidad y el entorno asociado derive en una facturación de 335.000 millones en 2025. Y así, no será solo un gran cambio social, sino también económico.
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