Historias de terror al pasar por un mal mecánico hay muchas. Facturas infladas, reparaciones chapuceras y un largo etcétera son algunas de ellas. Por eso, a la hora de ir al taller hay que seguir una serie de consejos que permitan escoger al mejor profesional disponible en la zona.
El riesgo, si no, es acabar yendo a otro taller mecánico para que repare los daños del coche provocados en el anterior, como le pasó a una conductora de Vigo. La historia, al final, ha tenido que resolverla el Juzgado de Primera Instancia nº1 de la provincia.
Más información
Tal y como redacta la sentencia, contra la que todavía cabe recurso por parte del taller, los daños provocados por la primera revisión del coche obligaron a la conductora a acudir a otro mecánico en Vigo y pagar casi 3.500 euros por las reparaciones. El texto obliga al primer establecimiento a pagar la factura y hacer frente a las costas procesales.
La historia comienza en 2022, cuando el marido de esta conductora acudió a pasar la ITV. El resultado fue desfavorable y el motivo fueron las emisiones. Pasó por el taller y volvió a intentarlo en 2023, sin éxito. Al llevar el coche al taller de nuevo, que se apagó durante el trayecto, le informaron de que sufría una grave avería en el motor.
La conductora, desconfiada, apostó por ir con su coche a otro taller de Vigo. Ahí, según recoge la sentencia, le comunicaron que su Mini sufría “un fallo de gases y catalizador, además de una avería grave en la culata del motor por sobrecalentamiento, provocada por vaciado del depósito de agua/refrigerante, causado porque la brida metálica de cierre estaba sin colocar en su lugar”.
La sentencia es clara: la culpa es del taller
El quid de toda la cuestión y por el que al final la propietaria del Mini decidió ir a los tribunales, es esa brida metálica suelta. Y, en efecto, la sentencia ha dictaminado que es culpa del primer taller mecánico.
Según el relato, en una de las primeras reparaciones, el taller dejó la brida suelta o mal colocada (ya que no es posible manipularla manualmente, por lo que no ha podido ser la propietaria). Este error fue lo que causó que el coche perdiera el líquido refrigerante, provocando la avería en la junta de la culata.
Los fallos de gases y catalizador son por los que el coche no consiguió el aprobado en la ITV. El taller se ha defendido diciendo que se le avisó durante tiempo de ese problema, pero que la propietaria no quiso sustituir la pieza. Igualmente, en el juicio, negaron manipular ese manguito suelto, pero la sentencia ha concluido no dar ninguna credibilidad al testimonio del mecánico.
Así, el primer establecimiento va a tener que pagar los 3.486,24 euros que tuvo que abonar esta conductora de Vigo en el nuevo taller. A estos, se suman los intereses y las costas procesales.
Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, X o Instagram