Un motor único en el mundo y otros secretos del Mazda CX-30

El SUV compacto ofrece opciones mecánicas diversas: gasolina con etiqueta ECO, diésel de mínimo consumo y hasta el revolucionario motor Skyactiv-X, único en el mundo.

Mazda CX-30
El CX-30 incluye en su gama el motor Skyactiv-X, que combina lo mejor de los de gasolina y los diésel.

No todos los coches son iguales; ni sus motores, ni tampoco sus conductores, porque cada usuario precisa cubrir unas necesidades diferentes. Cuando se afronta la compra un automóvil, de la misma forma que se elige un color o un tipo de carrocería, hay que escoger también el motor más adecuado. Y aquí entra en juego el uso mayoritario que se vaya a dar al vehículo, ya sea urbano o viajero, familiar o laboral, práctico o recreacional.

Las nuevas normas de contaminación han obligado a muchos fabricantes a reducir la cilindrada de sus motores, e incluso a dejar de vender los más potentes o los de una determinada tecnología, para poder cumplir los límites de emisiones.

Y así, el margen de elección de los conductores, y por tanto la adaptación de los automóviles a sus necesidades, se ha visto mermado. Pero, afortunadamente, el círculo vicioso no afecta a todas las marcas y modelos.

Mazda es una de las que ha conseguido superar la problemática, y convertir el círculo vicioso en virtuoso. Dentro de un ambicioso plan estratégico denominado Zoom Zoom Sostenible 2030, la marca de Hiroshima se encuentra inmersa en el desarrollo de un amplio abanico de tecnologías ultra eficientes que se adapten a las necesidades de cada cliente y de cada mercado, todo con el objetivo de reducir para ese año las emisiones de CO2 de su gama en un 50% con respecto a las de 2010.

Y su CX-30, un SUV a la última en diseño y tecnología, lo ejemplifica. Combina una imagen elegante y dinámica con un interior espacioso, se adapta a las necesidades de un amplio abanico de conductores y destaca tanto en ciudad como a la hora de afrontar viajes largos. Y esa cualidad es algo que también se extiende a su gama de motores, con una ingeniería a la última para ofrecer rendimiento y eficiencia en cualquiera de sus propulsores.

Skyactiv-G: gasolina y microhíbrido

Finura de funcionamiento, sonido estimulante y etiqueta ECO. El motor de gasolina Skyactiv-G del CX-30 tiene 2.000cc y cuatro cilindros, y desarrolla 122 CV, una potencia intermedia que permite ya cualquier uso. Se trata de una mecánica que ofrece un cuidado equilibrio entre rendimiento y consumo, y suma además la tecnología Mazda M Hybrid, que incluye un módulo eléctrico de apoyo para reforzar sus prestaciones y eficiencia.

Es, por tanto, un motor con hibridación ligera. A la red eléctrica tradicional de 12 voltios, añade otra de 24 voltios que sustenta al propulsor eléctrico y acumula la energía recuperada en las desaceleraciones y frenadas en una batería suplementaria. Y esa energía se emplea después para apoyar al motor de gasolina, reduciendo así su consumo.

Mazda CX-30

El resultado es notable, porque el motor homologa un gasto muy bajo para su potencial: apenas 6,2 litros cada 100 kilómetros. Muy por delante de las mecánicas similares de la competencia. Y por su eficiencia, recibe la etiqueta ECO de la DGT, lo que comporta ahorros en el impuesto de circulación y en el coste de estacionar en la calle, y garantiza también la movilidad aunque los ayuntamientos limiten el tráfico en las ciudades ante episodios de alta contaminación.

Para poner la guinda, el motor Skyacticv-G está disponible con cambios manual y automático, ambos de seis marchas.

Skyactiv-D: diésel de mínimo consumo

Aunque otros fabricantes estén renunciando a él, en Mazda son conscientes de la importancia que sigue teniendo el diésel en el mercado actual para las necesidades de algunos conductores, porque sigue siendo una buena alternativa para afrontar grandes kilometrajes anuales, por su alta eficiencia, bajo consumo y emisiones, menor coste por litro y mayor autonomía.

El motor Skyactiv-D cumple estos parámetros y los lleva más allá, porque consigue reunir 116 CV, emisiones tan limpias como las de la gasolina y unos consumos casi increíbles, desde solo 5,1 litros cada 100 kilómetros.

Su suavidad de funcionamiento supera a la de los motores de gasóleo de la competencia, y el conductor puede elegir, al igual que con el motor de gasolina, entre un cambio manual y otro automático, ambos de seis marchas.

Skyactiv-X: lo mejor de ambos mundos

Sin embargo, es la tercera vía la que más destaca dentro de la oferta mecánica del CX-30, porque el motor Skyactiv-X es un bloque revolucionario, que aúna lo mejor de las tecnologías de combustión interna y se postula así como una mecánica única en el mundo.

Esta alternativa cuenta con la tecnología SPCCI (encendido por compresión controlado por chispa), que emplea un encendido por chispa (como los de gasolina) pero la combina también con el encendido por compresión (característica de los diésel). Tiene 2.000cc, como el Skyactiv-G, pero llega a 180 CV, 58 CV más, y logra al mismo tiempo ofrecer un consumo inferior, de solo 5,9 litros cada 100 kilómetros, 0,3 menos.

Mazda CX-30

El propulsor va ajustando continuamente su modo de trabajo, pero, en general, tiende a utilizar una mezcla de combustible pobre, con tres partes de aire por cada una de gasolina, consiguiendo de esta forma una eficiencia casi milagrosa y sumando además una respuesta más contundente de lo habitual a bajas revoluciones o en marchas largas.

Como su hermano menor el Skyactiv-G, puede asociarse a cambios manuales y automáticos, pero en este caso también puede montar tracción 4×4 (denominada i-Activ AWD), lo que supone un plus de control, respuesta y capacidad dinámica, refuerza la seguridad al circular con lluvia o nieve e incluso permite salir del asfalto para disfrutar del campo. Y recoge también el módulo de apoyo eléctrico Mazda M Hybrid, por lo que disfruta asimismo de la etiqueta ECO y de sus ventajas asociadas.

Un comportamiento dinámico excelente

Cualquiera de los motores se puede disfrutar desde un puesto de conducción muy ergonómico que se ajusta como un guante, porque toda la cabina está centrada en el ser humano, y por tanto, diseñada para facilitar una interacción intuitiva con el vehículo a través de sus mandos, todos de tacto suave y preciso.

Como adelanta su estética, el comportamiento del CX-30 en carretera es dinámico, ofreciendo una respuesta directa y ágil a las órdenes de quien va al volante, fruto del equilibrio entre la dirección y unas suspensiones que combinan la estabilidad necesaria para afrontar tramos revirados con el aplomo para circular con confort y seguridad por autopista. A ello contribuye también el sistema G-Vectoring Control Plus, un sistema que controla la distribución de par entre ambos ejes y actúa sobre los frenos para mejorar el agarre en curva y la estabilidad general del vehículo en cualquier situación.

Y así, a sus mandos, la suma de sus motores, de su comportamiento y de su cuidado diseño y funcionalidad, da como resultado una conducción realmente especial.

 

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