En los últimos 50 años, la flota de coches de la policía española ha evolucionado considerablemente. Durante las décadas de 1970 y 1980, los Seat 124 y 131 fueron los vehículos predominantes, con su característico color blanco y una franja azul. Estos coches eran robustos y adaptados a las necesidades de la época, aunque carecían de la tecnología avanzada que hoy se considera imprescindible. A partir de los años 90, los coches comenzaron a modernizarse con modelos como los Talbot Horizon y los Citroën BX.
En las últimas décadas, los coches de la policía española han incorporado tecnologías más avanzadas y modelos más diversificados. Desde el año 2000, vehículos como el Citroën Xantia y el C4 Picasso se han vuelto comunes, mejorando la eficiencia y seguridad del cuerpo policial. También han incorporado coches eléctricos e híbridos, como el Nissan Leaf, en línea con la tendencia global hacia la sostenibilidad. Además, el equipamiento a bordo ha evolucionado con sistemas de comunicación avanzados y cámaras de vigilancia.
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Los coches patrulla de la Policía Nacional también son denominados, dentro del argot de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, como vehículos Zeta. En ellos viajan dos policías (binomio) que hacen la labor de patrullaje en la zona asignada. El nombre de Zeta viene de cuando comenzaron las labores de patrulla en el coche (anteriormente se hacían a pie) y se asignaba un vehículo y una zona concreta a cada binomio.
Así, nació el Zonal1, Zonal2, Zonal3, que acabó siendo simplificado por Zeta1, Zeta2 o Zeta3. En la actualidad ya están entrando en servicio los nuevos coches radiopatrulla inteligentes o también denominados i-ZETA sobre la base de un Toyota Prius.
Asientos traseros
El lugar en el que ningún ciudadano quiere terminar son los asientos traseros de un coche patrulla, ya que eso indicaría que se ha sido detenido. En esta zona, los asientos y respaldos están diseñados en una única pieza de plástico rígido. Este material facilita la limpieza y desinfección, un aspecto crucial para mantener la higiene, especialmente después de trasladar detenidos. Además, se han instalado sumideros en el piso para permitir un drenaje eficaz durante la limpieza. Esta configuración garantiza que la zona trasera sea duradera y resistente, ideal para el uso continuo y las condiciones a las que se someta.
Para la seguridad tanto de los agentes como de los detenidos, una mampara separa la zona trasera de los asientos del conductor y del copiloto. Los asientos traseros también cuentan con cinturones de seguridad, que están diseñados con un sistema de bloqueo del carrete. Esto previene que los detenidos puedan autolesionarse durante el trayecto, asegurando un traslado más seguro y controlado. Este diseño refleja un enfoque práctico y seguro en el manejo de detenidos durante el servicio.
Habitáculo de un coche patrulla
Dentro de un coche patrulla, en la zona delantera el elemento más importante es el módulo de control, que permite gestionar diversos sistemas como las luces, sirenas, megáfono y puertas traseras. En los modelos más recientes, este módulo se presenta en forma de pantalla táctil. Las luces azules pueden ajustarse para que permanezcan fijas (señal V3) o parpadeen (señal V1) durante emergencias. Además, el sistema de sonido ofrece tres tonos distintos que se pueden cambiar con solo pulsar un botón, y existe una función para reducir la intensidad del mismo.
Además de los controles, el vehículo cuenta con otros equipamientos clave. Incluye una emisora para comunicarse con el centro de mando y control (CIMACC-091). También dispone de linternas con bases de recarga, un armero de seguridad para almacenar armas largas, y soportes para defensas semirrígidas. Aunque cada agente lleva su propio equipo de comunicación, la emisora a bordo asegura una conexión constante y fiable con el centro de operaciones, garantizando la coordinación durante el servicio.
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