El Logan y el Sandero fueron los primeros modelos de Dacia como la hermana pequeña de Renault, pero el Dacia Duster, aprovechando el tirón SUV del mercado, terminó por consolidar la marca como una buena alternativa para aquellos que buscaran un coche asequible. Ahora conocemos la segunda generación del todocamino, que ya desde el primer vistazo gana por la mano a su predecesor.
Y es que si algo se podía achacar al Duster es que la estética no era su fuerte. Su concepción de bajo coste le pasaba factura en el diseño, algo que ya no ocurre en el nuevo. Lógicamente evoluciona lo visto en el original, pero el salto hacia adelante es enorme. Se desconocen sus dimensiones, pero no deben de ser mucho mayores y, aun así, estamos ante un vehículo con mucha más presencia.
El conjunto parece más sólido y los plásticos protectores ceden terreno a la chapa, lo que hace que aumente la sensación de calidad. Además, los paneles de la carrocería son más musculosos, ganan definición y el capó luce nuevas líneas de tensión. El frontal lleva más allá lo visto en la actualización de su predecesor, uniendo pilotos y parrilla en una enorme franja horizontal en la que destacan los detalles cromados.
Las protecciones de aluminio ganan protagonismo tanto en la delantera como en la zaga, la superficie acristalada aumenta de tamaño, las llantas de 17 pulgadas estrenan diseño y el formato de los pilotos traseros es de lo más llamativo.
La marca no ha querido revelar más información por el momento ni ha mostrado el habitáculo del Dacia Duster: se reserva la exclusiva para el próximo 12 de septiembre, cuando tenga lugar la presentación mundial durante el Salón de Fráncfort.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.