¿Boicot o descaro? El nuevo problema al que se enfrenta Elon Musk en una de sus fábricas

La fábrica Tesla en Grünheide, Alemania, está siendo noticia por una curiosa incógnita que está trayendo de cabeza a su gerente, Andre Thierig.

problema fábrica tesla

Foto: Getty

Elon Musk, fundador y CEO de Tesla, es una figura controvertida. Más allá de ser el creador de uno de los coches eléctricos más afamados del mundo, también es un jefe particular y un empresario excéntrico. 

Estas cualidades, sumadas a la gestión de algunas de sus fábricas (obviamente, por parte de toda la empresa, no solo de Musk), le han llevado a ganarse la enemistad de un gran número de operarios y trabajadores europeos. Por no añadir otros sectores de la población, como ecologistas y defensores del medioambiente.

Primero, fueron las huelgas en los países del norte de Europa las que llevaron a Tesla de cabeza. Ahora, en Alemania, se ha dado a conocer otro nuevo problema. Eso sí, no se sabe si son de esos que hacen reír o llorar. 

Es más, el problema no afecta directamente a Elon Musk, sino al director de la fabrica de Tesla en Grünheide, Andre Thierig. Esta planta abrió el pasado 2022, dando trabajo por supuesto a miles de personas. Pero, al parecer, no solo trabajo han conseguido los operarios y otros empleados del lugar.

El ladrón de tazas de Tesla

Según ha contado el medio alemán DW, desde su apertura hace dos años, han desaparecido 65.000 tazas de café de la fábrica de Tesla en Alemania. Contando con que hay 12.000 empleados en Grünheide, las cuentas estiman que cada día se habrían ‘sustraído’ 77 tazas de la planta.

Imagen aérea de la Gigafactoría de Tesla Berlín-Brandenburgo, el Grünheide. Wikicommons

Al parecer y según cuentan los periódicos, Thierig, el gerente, está harto de aprobar pedidos de más y más tazas, que se compran para sustituir a aquellas que, por arte de magia, han desaparecido. Para solucionar este nuevo problema, Thierig ha llegado a amenazar con retirar toda la cubertería que está a disposición para los trabajadores en esta fábrica de Tesla.

Solo queda esperar si el culpable confesará como tal ante este ultimátum o si, como en las clases del colegio, acabarán pagando justos por pecadores y los trabajadores de Grünheide tendrán que llevarse sus tazas de casa.

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