La división de personalización de Rolls-Royce sigue brillando al más alto nivel. Su última creación es el Sunrise Phantom, que demuestra como un “rosa dorado” puede ser un color óptimo y elegante para la carrocería de un coche.
La pintura combina el rosa con detalles y motas doradas que a primera le confieren un aspecto de acabado mate, pero que según la propia Rolls, es más iridescente, revelando reflejos y contrastes diferentes según el tipo de luz que reciba.
Dado que está basado en el Phantom de batalla larga, el espacio interior es enorme, y precisamente por ello había que poner tanto o más ahínco en personalizar el habitáculo. Prácticamente todo, desde asientos a paneles de las puertas y el salpicadero, está tapizado en cuero en tono beige rosáceo, que se combina con numerosos paneles de madera que dan forma, entre otros, a la consola central, el cuadro de instrumentos y los tres radios del volante.
Como detalle, en la amplia zona trasera se encuentra grabado en dorado el “espíritu del éxtasis”, el logo del fabricante.