La conclusión del estudio realizado por el Instituto Ifo de Múnich resulta demoledora: los vehículos eléctricos apenas contribuirán a la reducción del CO2 en Alemania en los próximos años. Esta entidad, un grupo de investigación económica fundado en 1999, asegura que la contaminación necesaria para la producción de las baterías y en la energía para su recarga cuestiona la eficiencia de este tipo de movilidad generalmente catalogada sin emisiones.
El estudio ha sido realizado por Christoph Buchal, profesor de física de la universidad de Colonia; Hans-Dieter Karl, experto en energía del Instituto Ifo y Hans-Werner Sinn, expresidente del Instituto Ifo y profesor emérito de la universidad de Ludwig-Maximilians de Múnich.
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Para realizar el trabajo, los investigadores han manejado los datos concretos y detallados de utilización de un automóvil eléctrico moderno y otro de similares características con motor diésel, con la intención de comparar el impacto en emisiones de dióxido de carbono de ambas tecnologías.
Refiriéndose a la situación energética de Alemania, el estudio concluye que las emisiones de CO2 necesarias para la fabricación del propio automóvil, sus baterías y su posterior alimentación en el proceso de uso son, en el mejor de los casos, algo más elevadas que las de un propulsor diésel de última generación y mucho en el peor de los supuestos. Un escenario, obviamente, que no contempla la producción de electricidad mediante fuentes de energía renovable, en cuyo caso sería diferente pero que en la actualidad no se corresponde con la realidad de su país (como en otros muchos de su entorno).
Por el contrario, los investigadores señalan que la opción más ventajosa en cuanto a emisiones de gases de efecto invernadero es el gas natural comprimido (GNC), que son hasta un tercio inferiores a las del gasóleo. Según el profesor Buchal, “la tecnología de hidrógeno y metano ofrece una ventaja adicional a largo plazo, ya que permite que se almacene el exceso de energía eólica y solar generada durante los picos. Unos excedentes que experimentarán un aumento significativo a medida que crezca la implementación de esta energía renovable”.
El informe, incluso, critica a las autoridades de la Unión Europea al propiciar que los coches eléctricos puros se consideren a todos los efectos como cero emisiones, que sí que se aprecian tanto en su propia fabricación como en la recarga posterior de las baterías. Y refiriéndose en concreto a Alemania, los investigadores califican como un error que las políticas al respecto se centren en los vehículos eléctricos olvidando a otros que, en su opinión, cuentan con un gran potencial.
“La utilización de vehículos de gas natural con motores convencionales es ideal para la transición hacia otros que algún día funcionarán con metano de fuentes de energía renovables libres de CO2. Siendo este el caso, el gobierno alemán debería tratar todas las tecnologías por igual y promover soluciones de hidrógeno y metano con equidad”, explica el profesor Sinn.
En el exhaustivo informe del Instituto Ifo compara las emisiones a lo largo de la vída del vehículo, desde su producción hasta una utilización de 15.000 kilómetros al año, entre un Tesla Model 3 con baterías de 75 kWh y un Mercedes-Benz C 220 d, concluyendo que los valores de CO2 totales del eléctrico (156 g/km) superan a los de un diésel de última generación (126 g/km).
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Una vida sobre ruedas. De piloto (malo) de motocross a periodista deportivo en Diario AS, incluyendo una década en los grandes premios de MotoGP. Apasionado de los coches y las motos, en más de 30 años ha tenido el privilegio de probar unos cuantos cientos de unos y de otras. Ahora, subdirector en Prisa Motor.