El Range Rover Sport es uno de los clásicos de la marca y como tal, va a ser el primer modelo de la gama en hibridarse, como paso inicial de Land Rover para conseguir que en 2020 todos sus coches estén electrificados de algún modo. Esta versión, híbrida enchufable, que se lanza como parte de la actualización de la actual generación del todocamino, recibe el nombre de Range Rover Sport P400e y se pondrá a la venta en 2018.
Prácticamente indistinguible de las versiones de combustión tradicional, ya que la toma de corriente se encuentra oculta tras la parrilla delantera, hay que entrar en mecánica para encontrar las diferencias. Combina un motor 2.0 tetracilíndrico de gasolina de 300 CV con un eléctrico de 116, integrado en la transmisión automática ZF de ocho marchas y alimentado por una batería de ión-litio de 13,1 kWh, para desarrollar una potencia conjunta de 404 CV y un par máximo de 640 Nm.
Asociado a un sistema de tracción integral, es capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 6,7 segundos, llegando hasta los 220 km/h de velocidad punta. Prestaciones más que decentes que se conjugan con aspectos también positivos en materia de eficiencia: tiene una autonomía eléctrica de hasta 51 kilómetros, con lo que homologa un consumo medio de 2,8 l/100 km y unas emisiones de CO2 de 64 g/km.
Puede circular en dos modos. El primero, el EV, apaga directamente el motor de gasolina y utiliza solo la energía eléctrica almacenada (que se puede reservar empleando la función Save). El segundo es el híbrido, en el que ambos motores actúan de manera conjunta y es el sistema el que se encarga de gestionar su uso en función de cada situación.
El tiempo de carga para la batería con un enchufe doméstico de 10 amperios es de siete horas y media, mientras que con un sistema específico de 32 se reduce hasta las 2 horas y 45 minutos.
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