Cuatro monovolúmenes medios: conducción

Citroën C4 Grand Picasso 2.0 BlueHDi EAT6 Shine, Volkswagen Touran 2.0 TDi DSG Advance, Renault Grand Scénic 1.6 dCi EDC Edition One y Opel Zafira 2.0 CDTi Aut. Excellence

monovolúmenes

Renault Grand Scénic.

Máxima igualdad, con ventaja mínima del Touran, que destaca por su equilibrio mecánico y calidad de conducción. Todos ofrecen un comportamiento correcto, pero con más inercias y balanceos en las curvas que los turismos de su tamaño.

Salvo el Renault, que equipa un motor 1.6 dCi de 160 CV, los demás recurren a mecánicas turbodiésel de dos litros (2.0), con 150 CV en el Volkswagen y el Citroën, y 170 CV en el Opel. Los cuatro llevan cambio automático de seis marchas, de doble embrague en el Renault y el Volkswagen, y el clásico de convertidor de par en los otros dos.

Además, el Grand Picasso y el Touran incluyen el accionamiento por levas desde el volante. Por lo demás, salvo el Citroën, pueden incluir programas de conducción a la carta (normal, Sport…), que varían la respuesta del acelerador, dirección, suspensión… Son de serie en el Renault (Multi-Sense) y opcionales en el Volkswagen (125 euros) y el Opel, que los incluye con la suspensión inteligente FlexRide (900 euros).

A pesar de la variedad de cifras, todos ofrecen una respuesta bastante inmediata al acelerador y empujan con brío. Sin embargo, el Renault y el Volkswagen se estiran con más alegría hasta casi 5.000 vueltas, y los otros dos se acaban antes de 4.500, sobre todo el Opel, que es el más veterano y no invita a pasar de 4.000.

Al final, solo el Grand Scénic acusa un poco su menor cilindrada y corre algo menos que los demás, sobre todo a la hora de acelerar y recuperarse en las marchas largas.

En la estabilidad hay más diferencias y aquí la ventaja es del Renault, que sorprende por su facilidad de conducción. La clave está en la respuesta impecable del conjunto que forman la dirección y las llanasa de 20 pulgadas: obedece con una rapidez, suavidad y precisión sobresalientes a todo lo que ordena el conductor y aporta una eficacia notable, sobre todo en trazados virados, con menos balanceos que los demás.

Le siguen el Volkswagen y el Opel, pero las unidades de pruebas contaban con la ayuda de los programas opcionales, que permiten elegir el modo de conducción. Así, los dos se comportan muy bien con el Sport, aunque con más inercias y un tacto menos preciso que el Grand Scénic.

Por último, el Citroën lleva una suspensión más blanda que busca el confort, y aunque ofrece una conducción fácil y segura, tiene una dirección menos directa que exige girar más el volante en las curvas. Y como resulta menos eficaz, invita a mantener ritmos más suaves sin forzar los apoyos laterales en las curvas y se disfruta menos al conducir. Pero en trazados amplios y autopista es muy suave y agradable.

Todos frenan bien, en distancias muy similares y sin desequilibrios en caso de apuro. Pero el Volkswagen aporta una calidad de conducción superior, con un tacto de mandos más consistente y preciso que se disfruta al volante y hace sentirse en un coche superior. Los otros tres están muy igualados, pero un paso por detrás, porque no transmiten la misma sensación de solidez y precisión.

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