Por qué tienes que cambiar el seguro del coche y cuándo debes hacerlo

Un coche nuevo y un seguro a todo riesgo son el matrimonio perfecto. Pero, según el vehículo gana años, conviene plantearse otro tipo de pólizas.

seguros
Aunque estén personalizados, los seguros nunca cubren todos los casos.

Conforme pasan los años, cambiar la modalidad del seguro del coche es recomendable y necesario: lo que se ajustaba meses atrás no tiene por qué ser lo adecuado ahora. Pasar de una póliza a todo riesgo sin franquicia a una franquiciada, para después dar el salto a un terceros ampliado, es lo más lógico.

Sin embargo, a muchos conductores les cuesta hacer esta transición tan prudente como económicamente provechosa.

Conocer las principales modalidades de seguro que puedes contratar y sus características es fundamental para saber cuál puede interesarte y por qué. Hay tres tipos de pólizas: a terceros, a terceros ampliado y todo riesgo con o sin franquicia.

Responsabilidad Civil Obligatoria

Circulen o no, todos los vehículos deben tener contratado, al menos, un seguro a terceros básico o de Responsabilidad Civil Obligatoria. Es el más barato y únicamente cubre los daños materiales o físicos que ocasionemos a otras personas por un accidente de tráfico, nunca los propios.

Al seguro a tercero básico se pueden añadir, por muy poco dinero, algunos extras como la Responsabilidad Civil Voluntaria –que mejora las cuantías de las indemnizaciones previstas por la ley–, la asistencia en viaje o la defensa jurídica y la gestión de multas.

A terceros ampliado

Este tipo de pólizas suman coberturas a las ya incluidas en el seguro a terceros básico. Las compañías aseguradoras tienen diferentes ofertas que se amoldan a las necesidades de cada cliente. Incendio, robo y protección por rotura de lunas son las más habituales; a estas se pueden añadir otras como, por ejemplo, la cobertura por la retirada del carné de conducir.

El seguro a terceros ampliado es también muy económico: dependiendo de las coberturas extras que añadas se irá incrementando el precio.

Todo riesgo

Con este tipo de seguro, el coche y sus ocupantes estarán completamente protegidos ante cualquier incidente, con independencia de quién haya sido el responsable. Estas pólizas pueden ser de dos tipos: con o sin franquicia. 

La modalidad más costosa es el seguro a todo riesgo sin franquicia, que incluye toda clase de coberturas, asistencias y servicios para el conductor, los ocupantes y el vehículo. Los detalles –y algunas circunstancias no cubiertas– quedan reflejados en las condiciones generales de la póliza contratada, con los límites económicos correspondientes.

El seguro a todo riesgo con franquicia –que resulta algo más económica– cubre una parte de los gastos materiales relacionados con el siniestro en función de la cantidad estipulada como franquicia: por ejemplo, si esta es de 300 euros y la reparación supone 1.500, el tomador del seguro deberá abonar esos 300 euros y la compañía aseguradora se hará cargo de los 1.200 euros restantes. Cuanto más alta sea la franquicia, más barata será la póliza.

Si el coche es antiguo, el seguro debe ser básico

La compra de un coche suele llevar aparejada la contratación de un seguro a todo riesgo: que vuelva a estar como recién salido del concesionario en caso de accidente resulta primordial para el propietario. Elegir o no franquicia con esta póliza dependerá, en la mayoría de los casos, de la solvencia que se tenga en ese momento.

A medida que pasa el tiempo, que el coche se conserve como el primer día pierde importancia. Además, a partir de los tres años el vehículo comenzará a depreciarse progresivamente –disminuirá su valor venal– y al alcanzar el quinquenio una posible indemnización por un siniestro total alcanzará una cantidad poco reseñable. En conclusión: en ese momento conviene escoger un seguro a todo riesgo con franquicia para abaratar costes.

Cuando el coche cumpla los ocho o diez años, o quizá un poco antes, de nuevo toca cambiar, en este caso contratando una póliza a terceros ampliada.

Los jóvenes, los más penalizados

El tipo de conductor también influye en el precio del seguro: las variables más determinantes son la edad y la falta de veteranía al volante, así como el historial de siniestros. Los menores de 25 años son el grupo más penalizados por las compañías. Lo mejor en estos casos es optar por un seguro a terceros ampliado, si se conduce un coche usado, o un todo riesgo con franquicia, en el caso de que el coche sea nuevo.

Otra opción es contratar una póliza exclusiva para noveles o añadir al joven como conductor ocasional en un seguro contratado por una persona que no tenga estas restricciones. Eso sí, el suplemento a pagar será importante.

Pocos kilómetros: adapta el seguro

Aunque el coche sea nuevo o tenga pocos años, si no lo usas mucho no te merecerá la pena contratar un seguro a todo riesgo: mejor opta por un todo riesgo con franquicia o por una póliza a terceros ampliada. La edad del vehículo y dónde lo aparques cuando no lo usas –si estacionas en la calle el riesgo será mayor– son dos variables que pueden ayudarte a decidir entre una u otra posibilidad.

También puedes decantarte por un seguro de pago por uso, mucho más económico, si solo coges el coche de vez en cuando. Hay compañías que ofrecen este tipo de pólizas pensadas para conductores que recorren pocos kilómetros al año (alrededor de 3.000) y las coberturas suelen ser las mismas que las de un seguro a terceros ampliado, o a veces algo más completas.

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