Las transmisiones automáticas se encuentran cada vez más implantadas en los turismos. Atrás quedan muchos prejuicios infundados y poco a poco los conductores se decantan por un tipo de cambio que ofrece ventajas significativas. Además, la implementación de los coches eléctricos propiciará que pisar el pedal de embrague y manejar la palanca de marchas vaya cayendo en desuso.
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La conducción de coches automáticos resulta, por definición, más sencilla que la de un manual. Se evita tener que accionar el embrague, coordinarlo con el movimiento de la palanca del cambio, desembragar de forma progresiva, controlar el momento en el que se realiza esta acción… En definitiva, una serie de exigencias de las que se encarga el automatismo en otro caso.
Conducir un coche automático
Sin embargo, es necesario conocer el funcionamiento de este tipo de transmisiones para que su aprovechamiento sea total, además de conducir poder conducir con seguridad, eficiencia y comodidad. Nada complejo, desde luego, pero que se debe tener en cuenta para disfrutar sin problemas de la experiencia de conducción de un coche automático.
- La tradicional palanca de marchas de los automóviles manuales se sustituye por un accionador de los diferentes modos de uso de un automático. Puede ser también una palanca similar a las convencionales, una rueda, un pequeño pulsador o una leva en la columna de la dirección.
- Las posiciones de este accionador sirven para seleccionar la función del cambio: P (parking) de estacionamiento; N (neutral) de punto muerto; D (drive) de marcha adelante y R (reverse) de marcha atrás. En ciertos casos existe la posición S (sport) que ofrece un escalado del cambio más deportivo.
- Para ponerse en movimiento, es necesario pisar el pedal de freno, quitar el freno de mano (en los casos que no sea automático) y seleccionar la posición en la que se quiera circular.
- Para pasar de una posición a otra del cambio hay que hacerlo en parado. La razón es obvia, en otro caso sería como ir en tercera en un coche manual y pretender poner marcha atrás o tirar del freno de mano en marcha.
- Arrancar es tan sencillo como levantar el pie del pedal de freno y pasar a acelerar de forma progresiva, momento en el que el vehículo se pondrá en marcha. A partir de ese instante, solo acelerando o frenando el automatismo se encargará de seleccionar la relación de cambio más adecuada en cado momento, subiendo o bajando marchas.
- Es muy importante colocar el pie izquierdo en el reposapiés de ese lado o, en todo caso, no olvidar que nunca se debe utilizar. Es frecuente que los conductores poco habituados al cambio automático tiendan a pisar el embrague pensando que tienen que cambiar o desacelerar bajando de marchas, momento en el que accionarán el pedal de freno con el riesgo que conlleva.
- En las detenciones, ante un paso de peatones o en un atasco, no es necesario colocar el cambio en punto muerto, llevar la palanca a la posición N, como se hace en los coches manuales. Simplemente al mantener pisado el freno el vehículo estará detenido, poniéndose de nuevo en marcha al aliviar la presión sobre el pedal (atención a hacerlo por descuido, puesto que el coche arrancará y puede colisionar contra otro vehículo o una persona).
- En muchos casos, conducir un automático no significa renunciar a cambiar de marcha de forma manual. Para ello hay palancas con desplazamiento hacia la izquierda que permiten subir o bajar marchas moviéndola hacia adelante o atrás (varía en sentido según el coche o la marca), además de otros que disponen de dos levas a cada lado del volante para completar esa misma acción. Lo único que es innecesario es pisar el inexistente pedal de embrague.
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