Quizá forme parte de un ancestral instinto de supervivencia, pero lo cierto es que los seres humanos somos egoístas por naturaleza. Unos en mayor grado que otros, pero todos tenemos ese gen que nos obliga, por decirlo de alguna manera, a situarnos por delante de nuestros congéneres en determinados actos como comer, subir al autobús y, por supuesto, conducir.
Es cierto que hay que conseguir el temple de un maestro shaolin para dejar de ser egoísta pero si identificamos en qué momentos de nuestra jornada se puede agravar el problema, quizá lleguemos a poner solución y conseguir así desterrar de una vez por todas las dichosa cultura del ‘yo primero’ que impera en el mundo de la conducción. Estudiemos los casos más habituales.
INTERMITENTES LEJANOS
Estás adelantando a un camión a la velocidad tope que marca la vía para cumplir con la normativa y de repente ves en tu retrovisor como un coche se acerca desde la lontananza a toda velocidad y con el intermitente izquierdo puesto. ¿Cómo se puede señalizar un adelantamiento si no hay más carriles? No nos engañemos: es una conducta egoísta con la que se pide paso aunque no se pueda. Algo así como “esfúmate que este carril es mío”.
LAS REGLETAS INVISIBLES
Se acaba el carril de salida o de incorporación (a veces son muy largos) y los coches forman una fila para ir saliendo (o entrando) por ese carril, pero de repente aparece un coche al que no le basta la longitud del carril y entra por la regleta del final y en el último momento, con el consiguiente peligro que supone la maniobra. Siempre se queda uno con las ganas de preguntarles por qué lo hacen y si realmente ganan algo con ello.
EL RESORTE MISTERIOSO
Práctica muy típica en los atascos con tráfico denso pero que circula a una velocidad más o menos constante. Nos acercamos a un hueco grande entre dos coches para cambiar de carril y el mero hecho de que encendamos el intermitente actúa como un resorte en el conductor del coche de detrás, que le hace pisar el acelerador para intentar demostrar que ahí no había hueco ninguno.
UN, DOS, TRES ESCONDITE INGLÉS
En el mismo escenario que el anterior, pero en este caso se trata del conductor que cambia de carril buscando, en ocasiones, huecos donde no los hay, de manera brusca y sin accionar el intermitente precisamente para evitar que ejerzan sobre él el efecto resorte anteriormente mencionado.
MI SEMÁFORO ES MÁS GRANDE QUE EL TUYO
De nuevo una práctica surgida en el atasco urbano que consiste en que, aun viendo que el embotellamiento de delante es considerable, nos esforzamos por intentar introducirnos con nuestro coche en la intersección justo cuando el semáforo está en ámbar y arañar así metro y medio al atasco diario. Esto va en detrimento de los coches que estaban parados en los semáforos de las calles laterales y que aunque vean que su calzada transversal está libre, lamentablemente no pueden acceder a ella. En ocasiones el conductor, arrepentido de taponar la calle, intenta en vano dar marcha atrás.
EL REY DEL ESLALON
Tráfico intenso, pero fluido e incluso a buen ritmo, y siempre hay alguien que quiere más, llegar antes que el resto y avanzar a toda costa por encima de sus congéneres. La práctica que elige es el eslalon entre carriles y coches, que hueco por hueco le va dando un puñado de metros con los que saciar su egoísmo.
EL ARTE DE INVERTAR CARRILES
Es cierto que el código de circulación permite ocupar paralelamente a dos vehículos un mismo carril, siempre y cuando quepan en el perfectamente. Esta normativa, obviamente está hecha para que lo ocupen una moto y un coche, pero a veces y si vemos que el carril tiene buena anchura, intentamos ganar terreno, por ejemplo en una salida de autopista buscando crear doble carril. Es una práctica tan extendida que hay lugares donde se ha señalizado para permitir este uso cuando hay mucho tráfico.
EN OCASIONES VEO COCHES
Unas veces pecamos de distraídos y otras nos lo hacemos descaradamente. Por ejemplo cuando alguien quiere incorporarse en un atasco y no le dejamos haciendo como que no lo vemos. Ya le dejará el de atrás, ¿verdad?
HACIENDO EL HOUDINI
Momento de tráfico llamado de ‘goma elástica’, avances más o menos rápidos que se intercalan con frenadas intensas donde dependes (y mucho) del piloto rojo del coche que te precede, pero éste en una de las frenadas y sin accionar el freno, decide cambiar de carril súbitamente haciendo que los que vamos detrás suyo nos encontremos de bruces con toda la fila de coches parados. Desde luego este Houdini del escamoteo no esperará precisamente aplausos.
INSTINTO BÁSICO
Lo que denominamos ‘picarse’ con otro vehículo, ya sea por correr más o llegar primero (la ciencia aún está descubriendo las causas), es otra de las características más comunes del que sufre la cultura del ‘yo primero’. La confrontación, absurda por otra parte, puede durar desde segundos hasta largos minutos, depende del trayecto que compartan y del nivel de pique que hayan adquirido. Cuidado porque está práctica muchos se la toman literalmente como si fuera su vida en ello.
NO SIN MI HUECO
El aparcamiento también saca la parte más egoísta del conductor, ya sea para apropiarse de un sitio antes que el prójimo y accediendo incluso en sentido contrario del parking si hace falta, o incluso en el propio acto de aparcar, donde no tenemos en cuenta si dejamos sitio para abrir las puertas del coche de al lado y mucho menos si abollamos su chapa con el método del llamado ‘aparcamiento de oído’, en el cual es necesario el contacto para asegurarse que ya no se puede dar más marcha atrás.
TRANSPORTE PÚBLICO, ¿ESO QUÉ ES?
Una cosa es que no lo usemos habitualmente (que deberíamos) y otra que impidamos su uso aparcando delante de una parada de autobús o en un carril habilitado para transporte público, porque nos viene mejor. Las multas son copiosas, así que más vale no hacerlo, pero también que sea por una mera cuestión moral.
MUNDO ROTONDA
No podíamos dejar de mencionar en esta lista el momento rotonda. Esa gran desconocida para el conductor, pero tan utilizada por él. Es cierto que la mayoría tenemos una especie de laguna mental sobre la normativa que debe imperar en ellas. Incluso la DGT es consciente de ello y lanza campañas de vez en cuando para mostrarnos cómo se usan. Aun así, son un caldo de cultivo para el fomento de la cultura del ’yo primero’, por lo que lanzarse en una de ellas se ha convertido en algo parecido a cruzar un río lleno de cocodrilos. Incluso se ven conductores que cierran los ojos y entonan un sálvese quien pueda antes de circular por una rotonda.
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