Manual de compra de coches usados: 10 defectos para salir corriendo

Si busca un modelo de segunda mano y presenta algunos de estos síntomas o carencias, mejor olvidarse y elegir otro.

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El valor venal de un coche desciende cuanto más antiguo es este.

Humos que salen por el escape, charcos de líquidos acumulados en los bajos, óxidos en la carrocería, falta de papeles o ITV… Si el modelo usado que se está valorando para comprar muestra alguno de estos síntomas poco deseables, es muy probable que esconda algún problema grave que exija un alto coste de reparación. Y, al final, se ahorrará tiempo, dinero y molestias eligiendo otro vehículo.

Esta guía trata de servir como manual práctico de compra de modelos usados y pone de relieve 10 de los defectos más preocupantes a la hora de escoger un vehículo de segunda mano, de esos que conviene salir huyendo. Se han dividido en tres grandes áreas, Papeles, Mecánica y Conducción, que funcionan además como fases de aproximación: si en el camino falla alguna, no continúe.

PAPELES

1. La documentación del vehículo

El coche ha de tener papeles. Y son básicamente tres: ficha técnica del modelo, junto con la cartilla que recoge los sellos de la ITV (ambos suelen ir grapados), y recibos que demuestren que el permiso de circulación y el seguro están pagados y en vigor. Comprobar asimismo que tanto el número de matrícula como el titular del coche son los mismos en toda la documentación.

2. Número de bastidor

Otra comprobación. Debe coincidir la referencia del bastidor que sale en los papeles y la que aparece físicamente grabada en el vehículo, generalmente en el vano motor (se indica su ubicación en el manual del propietario del modelo). En caso contrario, puede que el automóvil sea robado. La zona del coche donde salga el número de bastidor tampoco debe presentar alteraciones o repintados.

MECÁNICA

3. Humos que salen por el escape

Si es negro, indica una mala combustión del motor; si tiene una tonalidad azulada, que se está quemando aceite y, si es blanco, que el líquido refrigerante está entrando en los cilindros. Puede ser un problema menor (en los dos primeros supuestos) o muy grave (el tercero), pero no merece la pena asumir el riesgo. Siguiente modelo.

4. Manchas de líquidos en el suelo

La presencia de aceite, líquido refrigerante o hidráulico, o carburante en el suelo bajo el vehículo es otro motivo de huida. Puede ser una pequeña fuga fácil de reparar o todo lo contrario, por lo que tampoco compensa jugársela. Buscar mejor otro coche.

5. Óxidos en la carrocería

Más de lo mismo. Aunque no es muy habitual, la presencia de óxidos en cualquier parte de la carrocería debería marcar otro punto y aparte. Atención especial al suelo (del habitáculo y el maletero), la parte interior de los pasos de ruedas, las uniones del techo con la carrocería y los marcos de las ventanillas.

El óxido suele aparecer en modelos muy antiguos (anteriores a la década de los años noventa) o que hayan circulado toda su vida en entornos costeros o de alta humedad. Si la herrumbe está muy focalizada podría repararse con un coste razonable, pero como se mencionaba anteriormente, ¿para qué exponerse? Otro vehículo.

6. Desgaste anormal de neumáticos

Alertan de que el coche no pisa bien, porque la suspensión está desalineada o algunos de sus componentes (tacos de goma, rótulas…) en mal estado. También puede indicar defectos estructurales de mayor gravedad, como un accidente mal reparado, por ejemplo. La moraleja es similar a la anterior. Puede que sea una sola cosa de fácil arreglo, o no. Pero tampoco interesa.

CONDUCCIÓN

7. Arranque a la primera

Se gira la llave, o se aprieta el botón de arranque, y listo. Debe ponerse en marcha sin titubeos y en, como mucho, poco más de un segundo. De no hacerlo, los sospechosos habituales son un motor de arranque en mal estado, fallos en los componentes del sistema de alimentación (bomba de combustible, inyectores…) o una larga lista de posibles problemas eléctricos. Fuera.

8. El estado del embrague

El coche arranca y no presenta ruidos anormales. Buena noticia. Siguiente paso, el estado del embrague. Y hay una sencilla maniobra para comprobarlo, al menos en coches con cambio manual. En terreno llano, y con el vehículo encendido, se mete la marcha más larga que tenga (quinta, sexta…) y se suelta el pedal de golpe. El vehículo debe calarse al instante. Si no, el embrague empieza a patinar, y su sustitución es cara. Así que, a por otro coche.

9. Cambio, buen funcionamiento general

El cambio es otro de los componentes que exigen reparaciones especialmente caras y que suelen alargarse en el tiempo. Por eso, al menor síntoma de mal funcionamiento, mejor no seguir. La palanca no debe tener holguras (aunque si es solo esto sale relativamente barato) y las marchas deben insertarse con facilidad. Tampoco deben salirse una vez insertadas ni rascar al reducir.

10. Motor, sin tirones ni vibraciones

Resulta complicado evaluar, sin disponer de herramientas especializadas (como las de un taller), el estado de un motor. Pero si suena bien, no presenta fugas de líquido ni echa humos por el escape, será un buen comienzo. Asimismo, y superada esa primera fase, hay una prueba que sigue dando pistas, porque permite hacerse una idea de su compresión y calidad de giro en general. Se inserta una marcha larga, se dejan caer las revoluciones casi hasta el ralentí y se acelera a fondo: el coche debe ir ganando velocidad y vueltas con progresividad, sin vibrar ni dar tirones. Puede que tarde mucho o poco, según su potencia, pero más que el tiempo, hay que fijarse en que la respuesta sea continua y homogénea.

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