Un amigo, un compañero de trabajo, un familiar….Ocasionalmente podemos vernos en la tesitura de tener que utilizar el coche de otra persona, por motivos de lo más diversos pero casi siempre en una situación un tanto comprometida para quien debe ponerse al volante de un vehículo al que no está habituado. Se trata de un bien valioso, no sólo por lo obvio de su precio elevado sino también por el apego que hacía él pueda sentir su propietario, así que se antoja imprescindible ser cuidadosos en el trato.
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Más allá de lo evidente de la prudencia al circular esquivando situaciones de riesgo (algo aplicable en todo caso), no está de más recurrir al sentido común para evitar que la otra persona se arrepienta de habernos proporcionado su coche. Una simple cuestión de respeto, casi de urbanidad, y con certeza podremos apelar a esa misma generosidad la siguiente vez que nos haga falta. Y además quedaremos como la persona educada que somos…
• Nunca se debería fumar mientras se conduce (entre otros motivos porque provoca distracciones), ni siquiera como pasajeros en un espacio tan reducido como el de un coche, pero por supuesto menos incluso en uno prestado. Especialmente si su propietario no es fumador resulta inadmisible devolverlo apestando a tabaco y con el cenicero repleto; y si lo es, al margen de los olores, conviene evitar el peligro de una quemadura en la tapicería o los guarnecidos.
• Si los conductores son, como puede ocurrir con frecuencia, de diferente estatura es aconsejable dejar el asiento en una posición lo más próxima posible a la que encontramos. Casi con toda probabilidad será necesario un ajuste final, pero al menos el dueño no tendrá que hacer contorsionismo al sentarse de nuevo en una banqueta muy pegada al volante. Y este último también debería quedar colocado a la altura que estaba… más o menos.
• Atención al aparcar. Un pequeño toque en la carrocería sería una manera poco acertada de agradecer el préstamo, así que hay que esmerarse en la maniobra de estacionamiento e intentar, en la medida de lo posible, localizar un hueco en el que otros vehículos tampoco puedan causar daños a nuestro coche provisional. Haciéndolo en batería el peligro es siempre bastante menor. En este aparatado se incluye la precaución de no dañar las llantas al acercarse en exceso a un bordillo, como también evitar golpearlas al subirse a ellos con el consiguiente peligro de afectar al equilibrado o paralelo.
• El propietario debería volver a utilizar su coche sin percatarse de que alguien lo ha hecho antes. El interior debe estar tan limpio como lo encontramos o incluso más, nada de dejar esparcidos vales de aparcamiento, pañuelos de papel o envoltorios de chocolatinas. Y si la carrocería se ha ensuciado a lo largo de los días o por la lluvia, un lavado exterior sería un bonito gesto.
• Que nos llegue una multa a casa siempre es desagradable. Independientemente de que el conductor eventual se haga cargo de la sanción (se supone), es una molestia la identificación del infractor ante la DGT, así que conviene redoblar la prudencia cuando se conduce un vehículo prestado. Evitaremos perder dinero y quizá puntos, además del engorro para el propietario.
• La costumbre puede variar en función de la relación que exista entre los implicados, pero como norma general parece lo más lógico que el depósito de combustible vuelva al dueño del coche al mismo nivel que lo dejó… como mínimo. No tendría sentido que el préstamo se viera penalizado por un gasto extra en gasolina o gasóleo, además de la necesidad de pasar por la estación de servicio antes de lo que hubiera sido necesario en otro caso. Lo que hagan los hijos con el coche de sus padres se enmarca en otra categoría de complicidad…
• Realizar una conducción cuidadosa y eficiente, que proteja el motor y el resto de los componentes no es algo conveniente sólo con un coche prestado, aunque en este caso se deberían extremar las precauciones. Cada uno trata su vehículo del modo que considera puesto que él será quien se haga cargo de las consecuencias de tales excesos, pero comprometer la mecánica de uno que no es propio dista mucho de lo elogiable.
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Una vida sobre ruedas. De piloto (malo) de motocross a periodista deportivo en Diario AS, incluyendo una década en los grandes premios de MotoGP. Apasionado de los coches y las motos, en más de 30 años ha tenido el privilegio de probar unos cuantos cientos de unos y de otras. Ahora, subdirector en Prisa Motor.