Los coches policiales dan para mucho. Nos han llamado la atención los vehículos de la Policía Nacional en España, los de la Guardia Civil o los más espectaculares de todo el mundo, pero posiblemente se lleve la palma la flota de la policía albana. Este cuerpo de seguridad ha incorporado varios Volkswagen e-Golf a su garaje, pero no tiene dónde recargarlos más allá de las propias comisarías.
La infraestructura de electromovilidad albanesa no es mala ni buena: simplemente no existe. No hay puntos de recarga: no se pueden encontrar en las gasolineras y tampoco hay estaciones específicas para la tarea.
¿El resultado? Que cada e-Golf tendrá que volver a la comisaría a recargarse cuando empiece a quedarse sin baterías. Teniendo en cuenta que la autonomía de cada compacto oscila entre 130 y 190 kilómetros, las idas y venidas para hacer recargas van a ser numerosas. Y como la duración depende de la forma de conducir, cualquier persecución va a dejar las baterías temblando.
A pesar de esta “pequeña” pega, el Ministro de Interior de Albania, Saimir Tahiri anunciaba la adquisición orgulloso: “Es el quinto cuerpo europeo en incorporar vehículos eléctricos […]. Recorrer 100 kilómetros costará menos de lo que vale un café”.
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