Algunas claves para viajar en moto por Estados Unidos

¡Hola de nuevo a todos!

De vuelta por aquí, lo bueno siempre se acaba y toca reencontrarse con la realidad laboral cotidiana. Pero nada de lamentaciones. La coyuntura, lamentablemente, no admite quejas entre los que hoy gozamos del privilegio del trabajo (aunque yo tenía entendido que era un derecho) y mucho menos después de haber disfrutado de unas vacaciones tan estupendas como las que yo acabo de terminar.

No os aburriré con una crónica de mi periplo en moto por el oeste de Estados Unidos, no creo que tenga mayor interés, pero sí me gustaría aprovechar la experiencia (que no ha sido la primera y espero que tampoco la última) para compartir con vosotros algunas de las claves que pueden hacer más cómodo, agradable y práctico un viaje como éste, si es que algún día tenéis el interés y la fortuna de, como yo, poder hacerlo.

La primera decisión que hay que tomar (al margen de la época del año, generalmente condicionada por obligaciones de lo más variadas) es si hacer el viaje por libre o con un grupo organizado. Como es previsible, ambas opciones tienen sus ventajas e inconvenientes. Si vuestra experiencia en rodar fuera de España es limitada y no os defendéis demasiado en inglés, os recomendaría acudir a algunas de las empresas especializadas en rutas por Estados Unidos. Personalmente, os puedo dar inmejorables referencias directas de Víctor Muntané, que a través de la agencia Aventurismo pone a disposición de sus clientes un amplísimo bagaje de más de quince años organizando viajes por este fascinante país. Pero si os manejáis bien con el idioma, vuelos, aeropuertos, aduanas, alquileres y hoteles, si sois en definitiva viajeros habituales, la opción de planificar las vacaciones a vuestro aire también resulta muy atractiva, con ciertas connotaciones de aventura que tienen su encanto.

Por este motivo, mis recomendaciones se dirigen más a los viajeros en solitario, puesto que si elegimos las ventajas de una empresa especializada lo tendremos todo mucho más fácil gracias a la ayuda de sus cualificados profesionales. Llegados a este punto, sería momento de buscar el vuelo (de esto seguramente casi todos sabréis más que yo) y de preparar el equipaje. Fundamental no excedernos en su tamaño y peso (hay que llevarlo en la moto) pero tampoco olvidar nada de lo esencial para rodar: casco, gafas, guantes, traje de agua… Las empresas de alquiler ofrecen casi todo este material, pero yo prefiero utilizar el mío propio, al que estoy acostumbrado y con el que me siento cómodo, sobre todo si vamos a recorrer muchas millas.

Momento de alquilar la moto. Para mí, sin duda, la mejor opción es EagleRider. Es la empresa especializada más grande del mundo, con una flota de más de cuatro mil unidades (y no sólo Harley, ofrecen desde BMW hasta Vespa) y con representación en la mayoría de las grandes ciudades de Estados Unidos. Sus máquinas están en buen estado, con poco uso y su amplia red hace más fácil que podamos resolver una incidencia en cualquier punto del país. No es la alternativa más económica, pero sí diría que la más fiable. Muchos concesionarios de Harley-Davidson también ofrecen servicio de alquiler, pero ya digo que con ciertas limitaciones geográficas que pueden suponer un inconveniente. A la hora de presupuestar tan importante partida, es esencial tener en cuenta el precio de los seguros. Contratad el más completo que os podáis permitir, no son nada baratos pero disfrutar de una cobertura amplia es la mejor garantía de solventar un incidente sin mayores complicaciones.

Imprescindible, en mi opinión, es contar con un navegador. La red de carreteras de Estados Unidos es interminable y moverse por ella no siempre es sencillo, especialmente en las grandes ciudades. Yo creo que sin GPS todavía estaría intentando salir de la maraña de autopistas de Los Angeles… Se pueden alquilar allí por unos 15 dólares diarios, pero en estas vacaciones yo he optado por llevar desde casa mi TomTom Rider II y la verdad es que he regresado encantado: fácil de usar, con una cartografía muy actualizada, instrucciones sencillas, muchos puntos de interés programados y resistente al traqueteo del viaje, incluyendo las inclemencias meteorológicas. El mío tenía la cartografía europea, pero por unos 50 euros reinstalé la de Estados Unidos.

Así que ya estamos en marcha. Mucha atención en todo momento, el tráfico no es complicado por lo general pero sí que existen algunas normas que deberemos conocer para habituarnos a ellas. Por ejemplo, las luces de los semáforos están colocadas al otro lado de los cruces, no con anterioridad como en Europa; en determinadas vías existe un carril central común a ambos sentidos que se utiliza para realizar giros; es habitual (salvo que se indique lo contrario) poder girar a la derecha incluso con el semáforo en rojo siempre que no venga otro vehículo; en los cruces regulados por STOP la preferencia se establece (también como norma general con excepciones indicadas) por el orden de llegada al mismo; existen carriles específicos para giros a izquierda o derecha, que no deben ser ocupados si ésa no es nuestra dirección; los límites de velocidad son inferiores a los europeos y los controles estrictos (no nos confiemos nunca); en las autopistas la preferencia la tiene el vehículo que se incorpora, así que hay que dejarle espacio para hacerlo… En definitiva, una serie de particularidades que iremos controlado poco a poco pero que exigen la mayor atención para evitar un incidente del que además, muy probablemente, seremos responsables.

Viajamos de vacaciones, se trata de disfrutar y descubrir el país, así que nada de prisas. Por las limitaciones de velocidad y la densidad del tráfico, tengamos en cuenta que el rodar suele ser más lento de lo que estamos habituados. Conviene introducir este parámetro a la hora de planificar cada etapa, porque si somos demasiados ambiciosos con su distancia la jornada se nos irá a muchas horas de moto… lo que tampoco es ningún inconveniente siempre que seamos conscientes de ello. Yo os diría que unas 200 millas al día (por debajo de los 350 kilómetros) es una cifra asumible, equilibrada para poder disfrutar de la moto y también hacer las paradas oportunas para conocer los puntos de interés, comer, descansar o repostar….

Y ya que hablamos de repostaje, otro consejo que puede parecer simplón pero que no lo es, al contrario, se puede convertir en una molestia constante para muchos. La gasolina es barata, así que en ese sentido resulta un gustazo llenar el depósito, pero sabiendo que el sistema de pago es diferente al que tenemos en España. Siempre se realiza por prepago, con dos opciones básicas. La más sencilla y rápida es con tarjeta de crédito en el propio surtidor: pasamos la tarjeta por el lector e introducimos nuestro código, que no es el PIN clásico de la tarjeta sino el postal (28xxx) al que nos llegan los cargos de esa tarjeta (generalmente nuestra dirección personal), descolgamos la manguera y seleccionamos el tipo de combustible que deseamos, en el caso que nos ocupa entre tres diferentes octanajes de gasolina. La otra fórmula de pago es acudir al personal de la caja, realizar un depósito con tarjeta o efectivo, repostar y regresar para liquidar el pago. Más engorroso y mucho menos frecuente allí… Por cierto, recordad que las motos de alquiler deben devolverse siempre con el depósito lleno, como nos las entregaron, ya que en caso contrario nos cargarán un importe superior al precio del tanque completo.

Podría seguir con muchos detalles más, desde dónde alojarnos a qué lugares visitar, pasando por la época del año aconsejable para cada viaje, el tipo de moto que elegir o las aplicaciones para móviles que nos pueden ayudar durante el desplazamiento… Pero tampoco quiero alargarme más de lo imprescindible, ni ser el típico turista pesado que anestesia a sus amigos con las batallitas de las vacaciones y el millón de fotos que ha sacado. Lo dejamos aquí, pero si alguno de vosotros necesita cualquier tipo de aclaración o consulta, ya sabéis donde encontrarme…