I don’t like Saturdays

Segunda jornada de Discover More por España, corta en kilometraje pero intensa. De Valencia a Alicante, apenas doscientos kilómetros, un paseo de nada… o eso creía yo. La canción dice ‘I don't like Mondays’ pero a mí lo que no me gustan demasiado son los sábados, al menos para rodar en moto. Será porque casi todos acostumbro a trabajarlos en el AS, lo cierto es que llevo fatal lo de las aglomeraciones y hoy hemos sufrido de ellas para exportar. Era previsible, pero la cosa ha superado mis previsiones: sábado del mes de junio, casi vacaciones de julio para muchos, buen tiempo y playa. Una combinación explosiva que ha convertido en un pequeño suplicio el recorrido de hoy.

Hemos evitado, como será norma siempre que se pueda, la autopista optando por carreteras comarcales o nacionales. Tras la parada de rigor en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, ya en el parque natural de La Albufera ha comenzado a liarse la cosa… y así ha sido hasta casi llegar a Alicante 180 kilómetros después. Cruzar algunas poblaciones, como Oliva, nos ha llevado más de veinte minutos porque yo acompaño a mi nuevo amigo Juan, el londinense de Madrid del equipo de Discover More, y no le dejó solo en el atascazo en su Fiat 500 L (aunque él lleva aire acondicionado).

Ritmo lentísimo también cuando la circulación era algo más fluida y muchísimo calor. Era lo que tocaba, así que resignación porque es lo que tiene el verano, sudar un poco incluso cuando se va en moto. Tiempo sobrado para la observación en la carretera y dos cosas que me han llamado la atención con disgusto, aunque por supuesto en distinta proporción: que cada día haya más radares de velocidad con fines únicamente recaudatorios (algo que tengo asumido desde hace tiempo… por eso voy en Harley) y que el fenómeno de la prostitución en plena vía pública siga manifestándose del modo humillante que lo hace en esta España del siglo XXI.

En esas disquisiciones andaba yo por la huerta valenciana sobre mi Street Glide cuando hemos llegado a Villajoyosa, ya muy cerca de Alicante. Tampoco ha sido para tanto, sobre todo porque allí me esperaba mi buen amigo Javier, que como buen alicantino ha cumplido con exquisitez las labores de anfitrión. Javier conduce una preciosa Road King y es un viajero empedernido, de esos que disfruta con tanta pasión su Harley que hacen que esta marca tenga un sentido especial. Tras el refrigerio de rigor al borde del mar (qué bien se estaba ya con la brisa y sin la chupa), nos quedaba poco para llegar al hotel. Ahora hay que descansar porque mañana la etapa será más larga, aunque quizá no más exigente. Nos espera la monumental e incomparable Granada y algún rodeíto daremos para llegar hasta allí…  Gracias como cada día por acompañarme un ratito.