El diario vasco El Correo ha dado voz este martes a las mujeres que han prestado servicio en la unidad de tráfico de Bizkaia por los problemas con las motos oficiales. El peso de los vehículos, que superan los 300 kilogramos, pone en riesgo la seguridad de las agentes de menor estatura.
Una de ellas es una experimentada motorista. En su día a día conduce una Triumph Tiger 900 GT y entró en la unidad de tráfico en 2017 después de haber pasado el curso de seguridad vial. Para ello, tuvo que demostrar su destreza con motos de campo primero y después con las más voluminosas de carretera. Aprobó la capacitación fácilmente.
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BMW 1250 RT
A la agente, que mide 1,65 metros y pesa 55 kilogramos, se le encomendaron servicios en la furgoneta y en moto, trabajo para el que se encontraba plenamente capacitada.
El problema sobrevino al tener que patrullar sobre una BMW 1200 RT y posteriormente sobre la nueva 1250. Esta última supera los 300 kilogramos de peso en orden de marcha.
“La he llevado durante cinco años, pero me quedaba muy grande. No podía subir ni bajar el caballete. Necesitaba ayuda. Me habré caído unas tres o cuatro veces y eso que soy supercuidadosa. Terminaba con la espalda desguazada”, puntualiza la agente. Y continúa: “Yo quería tener el mismo derecho que mis compañeros a coger la moto. Quería montar, pero no jugarme la vida”.
Vuelta al coche
Tras mucho pelear, en 2020, y a la vista de que se iba a renovar el parque de motocicletas, redactó un informe que se elevó a la Jefatura Territorial, en el que advertía del riesgo de sufrir un accidente. Sin embargo, ni a ella ni a una compañera que se unió en su lucha les procuraron un modelo más acorde a sus necesidades. “Como solución, nos pusieron dos BMW viejas desechadas de Gipuzkoa”, relata en El Correo.
Continuó realizando servicios a bordo de la moto hasta que un día, al llegar a la reunión informativa –ya vestida de motorista– y antes de comenzar su jornada laboral, le espetaron: “Cámbiate que vas en coche”. Al día siguiente, recibió la orden de que no iba a montar más en moto. Esto, más allá de caldear los ánimos, generó malestar en sus compañeros.
Un mundo de hombres
“Quiero seguir andando en moto, pero no matarme”, sostiene la agente. Aunque el Departamento de Seguridad llegó a organizar una comisión de mediación, el problema no se atajó. “Este es un mundo de hombres, pero tendrá que empezar a ser también de mujeres. Si quieren que entremos, tendrán que ponernos los medios. ¿O solo nos quieren para que salgamos en la foto?”.
Por su parte, la directora de la Ertzaintza, Victoria Landa, se mostró muy receptiva con su caso, tras pedir la agente una entrevista con ella antes del verano. Puso en manos de la directora toda la documentación que había recopilado desde 2018 y le preguntó por el informe de riesgos laborales que había pedido tiempo atrás: “Apareció al día siguiente. Llevaba un año y medio en algún cajón”.
En él se aseguraba que corría el riesgo de sufrir lesiones musculares, que prohibían que volviera a subir a las motos de la unidad e instaban a que se valorase adquirir nuevos modelos adaptados a su talla y peso.
Requisito de la talla
“Esto no lo hago por mí, sino por las chavalas que vendrán en el futuro, para que no tengan tantas trabas. Si no luchamos y lo cambiamos nosotras, no lo va a hacer nadie”, asegura la policía afectada. Además, la última promoción de agentes va a ir destinada por completo a las unidades de tráfico. “Encima han quitado la talla como requisito para las mujeres. Van a entrar mujeres de 1,50 metros en Tráfico. ¿Cómo lo van a solucionar?”.
Y termina: “En la unidad hay otras agentes más altas que sí montan en la BMW 1250 RT, aunque alguna reconoce que lo pasa mal. A algunos compañeros también les pesa y me han dado su apoyo. Quiero hacer lo mismo que ellos para no ser recriminada. Nunca me he negado a hacer el trabajo, pero no me tengo que jugar la vida, no tengo que ser superwoman”.
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Entusiasta del motor en toda su magnitud, preferiblemente los V12. Le dijeron que cuatro ruedas eran mejor que dos, por eso se compró otra moto. Claro que también le apasiona cuando van las cuatro juntas. Ha trabajado como creativo publicitario para muchas marcas de coches y motos e hizo la mili en esto de juntar letras en la editorial Luike.