Todos tienen motores pequeños de 1.0 litros y tres cilindros, pero añaden un turbo para ofrecer unas prestaciones correctas y poder homologar consumos más ajustados. Sin embargo, en la práctica no son tan frugales, al menos cuando se circula a plena carga y en especial cuando hay que acelerar con decisión y estirar las marchas, por ejemplo en subidas y adelantamientos, carreteras de montaña, etcétera.
El Seat y el VW comparten la misma mecánica, que rinde 95 CV y va acoplada a un cambio manual de cinco marchas. El Fiesta llega a 100 CV y tiene seis velocidades. Y el Suzuki se conforma con cinco marchas, pero es el más completo y original. Así, aparte de rendir 111 CV, incluye un sistema minihíbrido formado por una segunda batería y un alternador que actúa como un minimotor eléctrico y suma tres CV más. Y al final este pequeño módulo eléctrico aumenta el empuje al acelerar desde parado y ayuda a reducir el consumo, lo que se aprecia sobre todo en ciudad.
El resultado final da una cierta ventaja al Swift, que acelera con más brío y apoyado también en un peso más liviano, 200 kilos menos que sus rivales, le permite ofrecer unas prestaciones superiores en cualquier tipo de trazado. Los otros tres, en cambio, corren prácticamente igual, pero con matices diferenciadores. Así, el Ibiza y el Polo ofrecen una respuesta al acelerador algo más viva que les permite despegarse en los primeros metros y se agradece al adelantar. El Fiesta, en cambio, tiene un empuje superior y hace valer su mayor potencia (100 CV) cuando se estiran las marchas hasta altas revoluciones.
En la estabilidad, el Ibiza y el Polo imponen su mayor tamaño y las ventajas de la nueva plataforma o chasis del grupo VW (MQB) que estrenan ambos: lleva las vías más anchas y las ruedas más pegadas a las esquinas. Además, como suele suceder en los modelos del consorcio alemán, ambos ofrecen una conducción fácil y previsible, y un comportamiento sólido y consistente. El Seat añade además unos reglajes algo más firmes que le proporcionan un pequeño plus en zonas viradas. El Fiesta, por su parte, entra muy bien en las curvas, en parte porque la unidad de pruebas llevaba los mejores neumáticos, pero no ofrece un equilibrio tan logrado como los anteriores. Y el Suzuki resulta casi tan eficaz como el Ford, pero con un tren delantero menos ágil a la entrada de los virajes.
Los cuatro paran en distancias casi idénticas, lo que resulta un tanto sorprendente, porque el Suzuki debería hacerlo antes: pesa bastante menos y es el único que lleva discos atrás. Y el Fiesta tampoco aprovecha sus neumáticos de mayor agarre. Por último y en lo que se refiere a la calidad de conducción, el Seat y el VW aportan un tacto de mandos superior que les acerca a sus hermanos mayores, el León y el Golf. El Fiesta también es muy agradable, aunque con los mandos y pedales más duros. Y el menor tamaño del Swift le da más agilidad, pero no transmite la misma consistencia.
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