Ofrecen las ventajas dinámicas de las berlinas y añaden un portón trasero que permite cargarlos hasta el techo y refuerza su sentido práctico para el uso familiar, sobre todo en los viajes de vacaciones. Las carrocerías break o rancheras son la alternativa a los monovolúmenes de su tamaño y aportan un comportamiento más estable y eficaz para quienes valoran el disfrute en la conducción.
En esta prueba se enfrentan cuatro de las propuestas más modernas del mercado. Por un lado, el Jaguar XF Sportbrake y el Mercedes CLS Shooting Brake, que representan lo más exclusivo en modelos de este tipo. En el otro, el Mazda 6 Wagon y el Peugeot 508 SW, dos rancheras de marcas más populares que ofrecen un espacio interior similar y precios más accesibles. Todos llevan motores turbodiésel, más grandes y con cambio automático en los primeros, y más pequeños con cambio manual en los otros.
Conclusión
El Jaguar se impone al CLS porque ofrece un cambio más rápido, reacciones más ágiles y, sobre todo, un equipo de serie superior al mismo precio. El Mercedes aporta una línea espectacular, prestaciones algo superiores y una calidad y suavidad sobresalientes, pero viene con menos extras de serie. Entre los populares, el Mazda domina por su línea más deportiva, motor y prestaciones superiores,comportamiento más dinámico y un año más de garantía. El Peugeot es más refinado y práctico: está mejor acabado e insonorizado, las plazas traseras son más cómodas para tres pasajeros y cabe más equipaje si se carga hasta el techo.
El Jaguar se impone al Mercedes por la mínima. Tiene una línea más clásica, pero con más capacidad de carga, y un cambio automático de ocho marchas muy rápido y efectivo. Y se adapta mejor a cualquier conducción, porque sus dos programas de uso, normal y dynamic, permiten disfrutar a fondo el confort o la deportividad. Pero lo que desequilibra la balanza es el equipo de serie: cuesta igual e incluye detalles como asientos eléctricos de cuero, que en el CLS elevan la factura. El Sportbrake se vende con tres turbodiésel: 2.2 D de 200 CV (50.850 euros), y 3.0 V6D y V6D S de 240 y 275 CV (61.750 y 73.350).
El Mercedes CLS Shooting Brake es la ranchera del CLS, la alternativa vanguardista al E Estate, el Clase E familiar. Impacta por su línea afilada y su zaga estilizada, y tiene una silueta espectacular. Pero el diseño penaliza la capacidad de carga y es menos práctico que el XF. Ofrece un comportamiento impecable en confort, se conduce con dos dedos y corre algo más. Pero el cambio es menos rápido y no resulta tan ágil. Y, sobre todo, viene menos equipado de serie. La gama incluye cuatro versiones de gasolina, 350 y 500 de 306 y 408 CV (76.650 y 95.275) y dos purasangres: 63 AMG y AMG S de 557 y 585 CV (138.700 y 157.400). Y hay dos diésel: 250 y 350 CDi de 204 y 265 CV (68.350 y 74.175).
El Mazda 6 Wagon se impone al Peugeot porque tiene un motor más potente, mejores prestaciones y, en especial, un equipo de serie superior, sobre todo en seguridad. Se vende con dos motores de gasolina 2.0 de 145 CV y 2.5 automático de 192 CV (27.180 y 36.000 euros). Y hay dos 2.2 turbodiésel de 150 y 175 CV (29.430 y 37.630).
El Peugeot 508 SW tiene una línea elegante, aunque más discreta, pero es más práctico como familiar porque ofrece unas plazas traseras mejores para tres adultos y un maletero de capacidad superior si se carga hasta el techo. Se ofrece con dos motores de gasolina: 1.6 VTi y THP de 120 y 155 CV (23.270 y 26.570 euros). Hay otros cuatro HDi turbodiésel: 1.6 de 115 CV (24.120), 2.0 de 140 y 163 CV (31.020 y 37.910) y 2.2 de 200 CV (37.920). Y hasta una versión híbrida, el RXH Hybrid4 (diésel) de 200 CV (39.500).
Conducción
Dos alternativas diferentes según la economía del comprador. El Mazda 6 Wagon y el Peugeot 508 SW tienen precios más asequibles y motores más pequeños. El Jaguar XF Sportbrake y el Mercedes CLS Shooting Break forman parte de las rancheras más exclusivas y sofisticadas del mercado. El Mercedes y el Jaguar van sobrados de potencia y prestaciones. Sus motores 3.0 V6 –275 y 265 CV con cambios automáticos accionables en el volante de ocho y siete marchas, respectivamente– empujan con mucha fuerza a todos los regímenes y permiten viajar a punta de acelerador y adelantar en un suspiro. A pesar de tener 10 CV y una marcha menos, el CLS corre algo más que el XF, sobre todo en recuperaciones y cambios de ritmo. Pero el Jaguar tiene un cambio más rápido y efectivo, tanto en uso automático como cuando se acciona con las levas del volante.El Mazda 6 ofrece unas prestaciones superiores al Peugeot. Su motor 2.2 diésel biturbo (150 CV) es de lo mejor en su cilindrada, a la altura de los mejores BMW. Responde con fuerza desde abajo y supera las 5.000 vueltas casi como si fuera de gasolina. Y el cambio de seis marchas –rápido y directo– permite sacarle todo el partido. Así, adelanta con nervio y apenas exige reducir: se recupera muy bien en todas las marchas. El 508 tiene una respuesta muy suave, pero algo anodina. El motor 2.0 HDi (140 CV) acusa su menor cilindrada y, aunque responde bien a bajo y medio régimen, se queda sin fuelle a 4.000 vueltas. Así, exige reducir más y se queda justo de potencia si se viaja cargado y al adelantar.El Jaguar y el Mercedes permiten elegir el equilibrio entre estabilidad y confort con una tecla que regula las suspensiones. Y el XF marca más las diferencias, porque en el modo normal es muy cómodo y apropiado para autopistas –no sacrifica en exceso la estabilidad– y en el dynamic se convierte en un deportivo de reacciones ágiles, firmes y efectivas en las curvas que hace disfrutar al conductor. El Mercedes varía menos: no es tan blando en el modo confort ni tan firme en el sport. Y aunque la estabilidad es muy buena, resulta menos ágil. Pero se disfruta mucho por su tacto suave y exquisito, hace todo fácil y no cansa nada, incluso cuando se le exige. Solo acusa algo más las inercias en zonas muy viradas. El comportamiento del Mazda es más ágil y directo que el del Peugeot, y resulta más divertido. Tiene una dirección menos precisa en recta, pero el tren delantero entra mejor en las curvas y el trasero ayuda a redondear. Los dos balancean poco, pero el 508 va más suelto de suspensiones: se mueve más en vertical y no transmite tanto aplomo. En cambio, tiene un tacto de dirección más agradable y preciso. La calidad de conducción del XF y el CLS es impecable, y el 508 resulta más suave y agradable que el Mazda 6, aunque menos deportivo. En los frenos, el XF para en menos metros que el CLS, y el 508 tiene un tacto más firme que el Mazda, aunque frenan casi igual.
Vida a bordo
A pesar de sus carrocerías familiares, el diseño exterior con la línea descendente del techo y el portón trasero inclinado hacia delante reduce la capacidad real cuando se necesita cargarlo hasta el techo. Y lo acusan más el Mazda y, sobre todo, el Mercedes, que, a pesar de las cifras oficiales, tiene un maletero más justo. Además, aunque el CLS y el XF son más grandes, llevan motores longitudinales y propulsión trasera, lo que penaliza el aprovechamiento del espacio. El resultado es que el Peugeot y el Mazda, más pequeños por fuera, tienen un maletero unos cien litros más grande. Los cuatro permiten abatir los respaldos por partes sin esfuerzo: basta pulsar unos tiradores en el maletero. Y dejan el piso casi plano con una longitud disponible de más de 1,8 metros para llevar bultos largos. Ninguno destaca por sus huecos para objetos, aunque todos incluyen posavasos y un buen cofre interior en el apoyabrazos central. Pero las bandejas de las puertas del Mazda son raquíticas, y el Peugeot desaprovecha la zona del freno de mano y no hay donde dejar el móvil. El Mercedes y el Jaguar tienen unas butacas delanteras amplias y confortables que sujetan muy bien y resultan muy cómodas en trayectos largos. Y las del Peugeot son mejores que las del Mazda, algo más estrechas y cortas de banqueta. En las plazas traseras hay más diferencias. El espacio para las piernas es holgado y similar en todos, pero tanto el Mazda como el Mercedes resultan menos amplios para llevar tres adultos atrás, más por los túneles de transmisión y el diseño del respaldo y la banqueta que por anchura disponible. Además, el CLS tiene poco cristal y puede agobiar en viajes largos. Con el acceso sucede igual, porque en el Shooting Brake hay que agacharse mucho para entrar, y el XF tiene poco hueco entre la base de la puerta y la de la banqueta para pasar los pies. En los acabados, el Mercedes impone su calidad de conjunto con una presentación más elaborada, materiales y ajustes superiores y un aspecto muy cuidado. El Jaguar es más sencillo y tiene ese toque británico y distinguido, pero con una instrumentación tan clásica como escasa y algo anodina. Los materiales y ajustes del Peugeot son correctos, pero le falta alegría y colorido. Y el Mazda es más moderno y tiene unas terminaciones similares, pero está mal insonorizado y deja oír los rumores mecánicos y de rodadura mucho más que el 508, bastante silencioso. El CLS y el XF están a la altura de su precio y ofrecen un confort exquisito que aísla a los pasajeros del exterior. Y con mucho mérito en el primero, que no lleva marcos en las ventanillas. El Jaguar y el Mercedes tienen unas suspensiones que filtran todo sin inmutarse; el primero, sobre todo, con el programa normal y el CLS también con el sport: los dos son muy cómodos en todo tipo de trazados y convierten los viajes en un placer. El Peugeot también absorbe bien y, como es más silencioso, resulta más confortable en conjunto que el Mazda 6.
Consumos
Los consumos son aceptables en el Mazda y el Peugeot, y altos en el Mercedes y el Jaguar, que tienen motores más grandes y potentes y han gastado casi un 50% más en la prueba. Los primeros han consumido lo mismo: unos siete litros a ritmos tranquilos y nueve apurando las marchas. Pero el Mazda se queda en ocho en ciudad, por el start & stop, y el 508 sube a nueve. El CLS y el XF también han gastado casi igual: unos nueve litros en conducción suave y 13 en ciudad y estirando las marchas. El Mazda emite solo 116 g/km de C02, frente a 125 g/km del Peugeot. El Mercedes sube a 162 g/km, y el Jaguar, a 163.
Precios y equipamiento
El Peugeot y el Mazda cuestan casi igual, 27.660 y 27.930 euros (descuentos incluidos y sin Plan PIVE). El Jaguar y el Mercedes les doblan: 73.350 y 74.175 euros. Todos vienen con climatizador, ordenador de viaje, control de velocidad, pantalla táctil (menos el CLS), radio-CD, bluetooth, sensores de lluvia y faros, retrovisores plegables eléctricos (menos el 508) y llantas de aleación (17 pulgadas el Mazda y el Peugeot, y 18 el Mercedes y el Jaguar). El 508 añade sensores traseros de aparcamiento y techo panorámico, pero el Mazda lleva faros bixenon direccionales, start & stopy tres años de garantía, uno más. El XF supera al CLS porque incluye extras como tapicería de cuero, memoria de posición en los asientos delanteros eléctricos, navegador, sensores de aparcamiento (delante y atrás) con cámara y más detalles que en su rival se pagan aparte (más de 8.000 euros).
Todos incluyen de serie seis airbags, ABS y ESP. Pero el Mercedes y, sobre todo, el Mazda son más completos. El primero suma un airbag de rodilla (conductor), detector de fatiga y sistema Pre-Safe: al detectar riesgo de accidente, tensa los cinturones, cierra ventanillas… El Mazda incluye frenado automático en ciudad –evita golpes en los atascos–, y la marca regala un paquete con alerta de cambio de carril, aviso de vehículos en el ángulo muerto y luces largas automáticas. El comportamiento dinámico es seguro y con reacciones nobles en todos.
Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, X o Instagram