El punto fuerte del Peugeot, que refresca el clasicismo de las berlinas con una carrocería cupé de cuatro puertas. Por delante destaca la sonrisa que forma la parrilla con los faros y la toma de aire inferior del parachoques. Pero lo mejor es su exquisita silueta, con un techo que se funde con la zaga corta y maciza de los cupés. Y añade un capó trasero con unos pilotos muy originales y vistosos de noche.
Le sigue el VW, que propone un frontal ancho y elegante, y una parrilla grande y elocuente que le distinguen. Y tiene también silueta cupé, aunque menos acusada, y una zaga maciza, pero más convencional. El Mazda y el Opel son más clásicos.
El japonés destaca por la clase de su parrilla, que aporta una personalidad inconfundible. Pero aunque el lateral de trazos redondeados integra bien una zaga alta y sólida, no aporta gran cosa. El Opel apuesta por un rostro elegante con la parrilla en cuña y tomas de aire de estilo deportivo. Y añade una silueta cupé de trazos suaves con un nervio en las puertas y una zaga baja y corta que le dan carácter.
En el interior se repiten los patrones. El 508 está más elaborado y es el más atractivo e innovador; el VW prima la funcionalidad y transmite orden y calidad. Y el Opel y el Mazda son más clásicos, y mientras el primero tiene un toque elegante, el japonés busca más la solidez.
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