Todos equipan motores 2.0 turbodiésel, de 177 CV en el DS 7, 180 CV en el Jaguar y 190 en los BMW y Volvo. Y llevan cambios automáticos de ocho marchas, salvo el E-Pace, que tiene nueve, y tracción 4×4, menos el DS 7 (no dispone con esta opción). Estas mecánicas son las más apropiadas para coches de este tipo, porque ofrecen buenas prestaciones para viajar y consumos ajustados, y reflejan su carácter premium mejor que las versiones de 150 CV.
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El BMW ofrece el conjunto más brillante: es el más rápido al acelerar, tiene el cambio más instantáneo, se recupera mejor en las marchas largas y gasta menos. Los demás ofrecen unas prestaciones casi iguales, aunque el motor del Jaguar no responde con tanta inmediatez y se acaba a 4.000 vueltas, mientras los otros dos suben hasta 4.500 si hace falta, por ejemplo en un adelantamiento apurado.
Por lo demás, el E-Pace tiene nueve marchas y permite llanear en novena a punta de gas, pero las levas para cambiar en el volante son opcionales, como en el Volvo. El XC40 tiene además una palanca poco práctica: para pasar de marcha adelante a marcha atrás hay que pulsar dos veces el pomo.
El X2 tiene también el mejor comportamiento dinámico, con una agilidad más cercana a los turismos de su tamaño, al menos con las grandes ruedas opcionales (20 pulgadas) de la unidad de pruebas, que aumentan el agarre en curva, aunque luego su perfil 40 reduce el confort en zonas bacheadas. En el lado opuesto, el Jaguar equipaba las ruedas menos prestacionales (llanta 19 y perfil 55) y, al igual que el Volvo, pesa casi 200 kilos más que el BMW y el DS 7. Pero a pesar de ello resulta incluso más equilibrado que el BMW y es más fácil y agradable de conducir, un aspecto muy meritorio.
El Volvo logra una estabilidad tan eficaz como el E-Pace, aunque con una dirección algo menos precisa que los dos anteriores. Hace sentir más la altura y las inercias, y su comportamiento le acerca más a los SUV. Por último, el DS 7 es un tracción delantera, lo que le permite ser el más ligero. Pero como busca más el confort, tiene reglajes de suspensión más blandos y una dirección más lenta. Así, se mueve y balancea más en las curvas, lo que le hace perder eficacia e invita a conducir a ritmos más tranquilos. Por último, todos permiten elegir diferentes modos de conducción, como Eco, Normal y Sport, cada cual con sus siglas, que permiten adaptar la respuesta a las necesidades del momento.
Los cuatro frenan con aplomo y equilibrio, pero el Volvo ha necesitado menos metros en caso de emergencia, y el Jaguar acusa sus neumáticos y para algo más tarde. Todos ofrecen también una buena calidad de conducción, con mandos suaves y precisos, pero el DS 7 está algo por detrás, sobre todo por la dirección, que apenas transmite lo que pasa entre la rueda y el asfalto. Además, aunque todos son SUV y no están pensados para salir mucho del asfalto, sobre todo el DS 7, los otros tres tienen tracción 4×4 y permiten circular por pistas en buen estado. Y el Volvo y el BMW incluyen un programa de uso para el campo.
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