En un mundo donde los coches de lujo compiten por ofrecer la mejor experiencia sonora con altavoces de última generación, Bugatti ha decidido ir en dirección contraria.
Su nuevo modelo, el Bugatti Tourbillon, valorado en más de cuatro millones de euros, no incluye altavoces. En su lugar, la marca ha recuperado una técnica acústica de 1881 que convierte el propio interior del vehículo en una caja de resonancia, como si se tratara de una caja de música mecánica.
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La idea no es fruto de la nostalgia, sino de una búsqueda radical de pureza sonora y exclusividad. Bugatti ha colaborado con expertos en acústica para diseñar un sistema que utiliza materiales nobles como el titanio y la madera para amplificar el sonido de forma natural. El resultado es una experiencia auditiva única, donde cada nota vibra a través del habitáculo sin necesidad de electrónica.

Sonido de élite
Este enfoque también responde a una filosofía más profunda: en un coche donde cada componente está pensado para transmitir artesanía, precisión y emoción, el sonido no podía ser una excepción. Bugatti ha querido que el sistema musical esté tan integrado en el coche como el motor o el volante, eliminando cualquier elemento que pudiera romper la armonía estética o añadir peso innecesario.

Con esta apuesta, la marca francesa no solo desafía las convenciones del lujo moderno, sino que reivindica el valor del ingenio clásico en plena era digital. Un gesto que convierte a su nuevo hiperdeportivo en algo más que un coche: en una obra de arte que se escucha, se siente y se vive.
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