La excusa más ridícula del conductor de un Porsche que iba sin carnet y drogado

Madrid |

El protagonista de esta surrealista historia iba a bordo de un Cayenne, que no respetó el límite de velocidad de la carretera.

radar

Un radar móvil instalado en el lateral de la carretera.

Cuando un conductor supera el límite de velocidad y los agentes le dan el alto, no hay excusas que justifiquen la infracción cometida. A pesar de ello, son muchos los que dan rienda suelta a su imaginación para intentarlo.

Hay quien asegura a las autoridades que no habían visto el coche policial y las señas que le pedían que parase, algún conductor ha asegurado que iba a tener un bebé y ha huido, mientras otros han llegado a entregar la carta del Monopoly que, en el juego, te permite salir gratis de la cárcel.

La excusa que dio un conductor francés va en esta línea, aunque en su historia hay momentos, incluso, más surrealistas.

En un tramo limitado a 110 km/h en La Baule, una localidad ubicada en la región francesa de Países del Loira, un radar interceptó a un Porsche Cayenne que circulaba a 178 km/h.

La policía dio el alto al conductor, un hombre de 29 años que dijo a los agentes la siguiente excusa: “Olvidé dar la medicina a mi perro”. Fue entonces cuando las autoridades descubrieron que llevaba varios años conduciendo sin carnet y que, en esta ocasión, tal y como confirmó el pertinente control, lo hacía bajo los efectos del cannabis.

Un coche de más de 100.000 euros

La historia tiene otro punto extraño. El conductor no tiene trabajo y es beneficiario del RSA, una prestación mensual destinada a personas sin recursos o cuyos ingresos son escasos. Por ello, a los agentes les extrañó que condujese un Porsche Cayenne: en España, el SUV alemán está disponible desde 116.038 euros.

La justicia francesa actuó para castigar esta pequeña colección de infracciones. El conductor fue sancionado con una multa de 300 euros, a lo que añadió diez meses de prisión condicional, servicios comunitarios y confiscación del coche.

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Elena Sanz Bartolomé

Desde que aprendió a hablar y escribir, una de sus pasiones siempre fue contar todo lo que pasaba a su alrededor. Hizo las maletas y cambió Zaragoza por Madrid para estudiar Periodismo en la Universidad Complutense. Antes de graduarse, el mundo del motor se cruzó en su camino… y nunca lo ha abandonado.

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