La tecnología autónoma genera recelo entre muchos conductores, ya no porque les vaya a quitar su trabajo/diversión, sino porque, a día de hoy, todavía está dando sus primeros pasos. Percances como el coche autónomo de Google teniendo un accidente con un autobús demuestran que queda mucho camino por recorrer, pero las marcas se están esforzando por que éste sea mucho más corto.
La preocupación común es como se comportarán los coches autónomos en carretera con tráfico diario, si tendrán buenas reacciones… pero una situación que prácticamente nadie se ha planteado es: ¿y si la carretera no se ve? Es algo poco común para alguien que viva en zonas de playa, pero quien acostumbra a circular por carreteras de montaña o en regiones frías más de una vez ha tenido que lidiar con capas de nieve que hacen desaparecer las marcas viales y hasta el asfalto.
En ese ambiente, ¿cómo pueden desenvolverse unos coches autónomos que, entre otras tecnologías, basan su funcionamiento en el empleo de cámaras? Ford está dando con la solución haciendo pruebas en Michigan.
En el frío estado estadounidense (por decir algo suave) la marca del óvalo está probando diversas mulas del Fusion equipadas con tecnología LiDAR.
Este sistema está formado por varios láser que reconocen hasta 2,8 millones de puntos por segundo y así crean mapas 3D en alta resolución y muy precisos. En el proceso, cada coche recopila el equivalente a 600 Gb de información por hora. Además, sus sensores son tan potentes que pueden identificar hasta objetos tan pequeños como copos de nieve.
El resultado es que el coche sabe donde está con un precisión no milimétrica, pero sí ‘centimétrica’: su margen de error es de apenas un centímetro. De esta manera aunque no se aprecien las líneas de la carretera, el coche no se pierde ni tiene comportamientos erráticos.
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