Los coches eléctricos son cada vez más comunes en el mercado, pero todavía tienen ciertas áreas en las que han de progresar antes de presentarse como alternativas completamente válidas a los coches de combustión.
Dos de ellas son la autonomía y la recarga, que cada vez son mayores y más rápidas, respectivamente, pero que se pueden agilizar aún más utilizando una tecnología conocida desde hace mucho: los paneles solares.
Se trata de una tecnología que permite aprovechar energía limpia y gratuita, y cuya aplicación en los automóviles tienen mucho sentido puesto que, tanto mientras están estacionados como cuando circulan, están expuestos al sol.
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Ciertos coches han utilizado los paneles como vía complementaria para rellenar sus baterías (una variante del Toyota Prius lo hizo hace unos años), pero son los coches solares los que han apostado fuerte por ello.
Coches solares: un mercado difícil
Sin embargo, se trata de un nicho complicado. No hay modelos de coches solares (propiamente dichos) en el mercado, y dos de los proyectos más avanzados se han despedido recientemente.
Uno de ellos es el Sono Sion, cuyos impulsores, antes de abandonar, dieron respuesta a una duda: ¿son seguros los paneles solares en los coches en caso de accidente? Este modelo, tras sus pruebas de desarrollo y múltiples simulaciones de choques, pasó sus primeras pruebas de impacto frontal, siendo lanzado a 50 km/h contra un muro fijo.
Como se ve en el vídeo, la deformación que experimenta el vehículo es mínima, centrándose sobre todo en el frontal. En el ejemplar utilizado no hay paneles sobre el capó, mientras que en prototipos previos los había incluso por los laterales del mismo, pero sí que los hay en el techo, y estos salen intactos.
Esto se debe a su construcción, ya que, al estar hechos con una base de polímero, resisten los impactos y no se astillan, algo que supondría un riesgo adicional añadido a los peligros ya existentes en un accidente.
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