En la última década, con datos de 2020, en Catalunya se produjeron 268 incendios a causa de cigarrillos mal apagados, algunos de ellos lanzados desde la ventanilla de coches, camiones y autobuses: esos fuegos quemaron unas 12.000 hectáreas, según cálculos del Cuerpo de Agentes Rurales de la Generalitat de Catalunya.
A falta de acciones de concienciación en otros ámbitos, esas cifras motivaron ese año una campaña pionera en la red viaria europea. El Servicio Territorial de Carreteras de Barcelona instaló las primeras señales disuasorias del lanzamiento de colillas para intentar paliar las devastadoras consecuencias medioambientales.
Los análisis del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico coinciden: pese a que el número de fumadores va disminuyendo, en torno al 3% de los incendios forestales tiene su origen en colillas abandonadas o arrojadas desde vehículos en marcha.
Se trata de una infracción peligrosa y castigada con más dureza desde el 21 de marzo de 2022. Con la reforma de la ley de tráfico, esta acción pasó a considerarse muy grave en lugar de grave. Así, el texto castiga con una multa de 500 euros y la retirada de seis puntos del carnet de conducir “arrojar a la vía o sus inmediaciones objetos que puedan producir incendios o accidentes”.
Las colillas y los accidentes de tráfico
Originar un fuego es el principal riesgo en los meses de verano, pero la infracción resulta peligrosa en cualquier época del año en los desplazamientos urbanos. Una colilla lanzada por la ventanilla puede golpear a un motorista o un ciclista y causar un siniestro.
Un agente también puede sancionar a un conductor por el mero hecho de fumar. Aunque la acción en sí no está prohibida, es una de las infracciones habituales en las campañas de la Dirección General de Tráfico (DGT) contra las distracciones, factor que causa un 32% de los siniestros viales.
El argumento es el tiempo y a lo que este se dedica. Como promedio, la DGT apunta que se tardan unos 4,1 segundos en encender un cigarrillo. Si en ese lapso se circula a 100 km/h, el conductor recorre casi 114 metros más pendiente del pitillo y el mechero que de la conducción y la carretera.
Un cigarrillo, cinco minutos
Aporta otros dos números el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de Estados Unidos: un fumador típico aspira hasta 10 veces un cigarrillo en los escasos cinco minutos que lo mantiene encendido.
A la misma velocidad, ese automovilista circula algo más de ocho kilómetros con una mano ocupada en sujetar el cigarrillo y llevarlo de la boca al cenicero y de ahí, solo a ratos, al volante.
Además, “el humo del tabaco altera la capacidad motora y cognitiva, se tienen menos reflejos justo cuando más lo necesitas y así es más fácil sufrir un accidente”, sostiene el doctor Carlos Jiménez, presidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, en palabras a la revista Tráfico y seguridad vial de la DGT.
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