Es habitual que las administraciones públicas, sobre todo aquellas que ejecutan labores de representación, dispongan de vehículos oficiales para las posibles visitas. Estos coches son los encargados de trasladar personalidades y autoridades durante los eventos oficiales.
Bilbao fue una de las ciudades que utilizó los servicios de un vehículo oficial, pero con una historia muy particular detrás. De hecho, este coche, que llegó a considerarse un emblema de la ciudad y que costó lo correspondiente, desapareció de la vida de los bilbaínos sin pena ni gloria y con un pasado algo anónimo a sus espaldas. Acabó en el desguace hace dos años y nadie lo ha echado en falta.
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Durante el verano de junio de 1989, el entonces alcalde de Bilbao, José María Gorordo, presentó en la capital vasca el que sería conocido como el ‘coche de la villa’. En un evento de alto postín, que se celebró en el Teatro Arriaga, este vehículo fue desvelado a toda la ciudadanía. Envuelto en celofán, con lazo y con la banda municipal de Bilbao tocando a todo tocar, el Daimler Vanden Plas aterrizó en la ciudad.
Su cometido era importante: ser el emblema de Bilbao durante los traslados a las grandes personalidades que pudieran visitar la ciudad. Solo cumplió con esta labor en tres ocasiones, cuando transportó a la cantante Joan Baez, a la princesa de Suecia y al ensayista Ernst Jünger.
Lujo sin uso
Este Daimler, pintado de color burdeos para conseguir ese toque de lujo, equipaba un motor Jaguar que en el momento se apodó como irrompible, aunque pasados los años se descubriría que, en el caso del ‘coche de la villa’, esta característica brilló por su ausencia.
El vehículo, fabricado en 1973, llegó a Bilbao después de su propietario británico lo pusiera en venta por tres millones y medio de pesetas. El coche pasó a formar parte de los medios del consistorio de la ciudad como una donación.
El interior era de lo más lujoso (no se podía esperar menos por ese precio). Tenía televisión, teléfono y minibar. Estaba decorado con materiales nobles y en el exterior acabó de decorarse con dos escudos de la villa de Bilbao en las puertas delanteras y banderines.
Este coche con aspiraciones de realeza, sin embargo, acabó utilizándose más bien poco. Como se ha mencionado, apenas tres personalidades famosas ocuparon sus asientos y en un reportaje en El Correo ya se habla de su abandono apenas diez años después de su adquisición. Y es que, en su último viaje, con el alemán Ernst Jünger, sufrió una avería en pleno trayecto. No fue este el único problema mecánico que sufrió, ya que las averías marcaron la vida de este Daimler de lujo.
La caída del ‘coche de la villa’
Después de este suceso, el coche quedó aparcado en la plaza del Gas. Después, se trasladó al edificio de Materias Inflamables y, más tarde, al aparcamiento de Elorrieta. Ahí acabó su época de gloria, donde quedó desterrado entre los camiones de la basura y otros vehículos municipales. El Ayuntamiento de Bilbao intentó venderlo en varias ocasiones, pero había ciertas irregularidades en la propiedad que dificultaban su venta. Eso y que, al parecer, a nadie le interesaba este ostentoso coche.
Hace apenas dos años que la vida del ‘coche de la villa’ de Bilbao llegó a su fin y su llegada al desguace pasó completamente desapercibida. Un reportaje publicado por este mismo medio vasco desvela que, con sigilo, fue el propio Ayuntamiento quien lo mandó desguazar.
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