El Rolls-Royce de George Best que hoy puede ser tuyo por 16.000 euros

La más deliciosa de todas las frases de George Best fue aquella que resumió su relación con la pelota: “Si el fútbol es arte, entonces soy un artista”. La sencilla verdad de uno de los más grandes genios de la historia del fútbol.

La más famosa de todas las frases de George Best es la que lo trae hasta aquí: “Gasté mucho dinero en coches, mujeres y alcohol. El resto lo malgasté”. El esquema vital de un hombre alegre y derrochador, eterno y adorado 7 del Manchester United, quinto Beatle, campeón de Europa en 1968.

De alcohol y mujeres no hablamos, pero sí de la tercera pata de la Santísima Trinidad de George Best. Y hoy el futbolista de Belfast (Irlanda del Norte) estará en espíritu en la subasta que H&H Classics monta en el Museo Imperial de Guerra de Duxford (Inglaterra).

Allí se pone a la venta su Rolls-Royce Silver Shadow de 1972. Según los expertos, cuando caiga el martillo, la puja final estará entre los 11.000 y los 16.000 euros. Un precio muy asequible si se compara con el alcanzado por los coches de otros personajes famosos.

Acabado en pintura acrílica blanca y con un techo de vinilo negro, el coche monta un motor V8 de 6.230 cc, con una transmisión automática de cuatro velocidades.

Una mole de 5.169 mm de longitud y 2.108 kg en la que el último propietario ha invertido 25.000 euros desde 1994. Pero ninguno de ellos en el interior, intacto desde hace 44 años: en sus asientos de cuero negro raído estuvo sentado George Best.

Y sus manos manejaron ese mismo volante, uno de los muchos a los que se agarró. Un Rolls para fetichistas, ya sean de la marca o de un hombre que amó los coches. De un jugador que los coleccionó desde que firmó su primer gran contrato, con poco más de 20 años.

A lo largo de su vida (sobre todo en los años en activo), por su garaje pasaron modelos como un Lotus Europa, un Mercedes 300 SE, varios Jaguar (entre ellos un E-Type, subastado también el año pasado), unos cuantos Minis y el Rolls que hoy se sale a la venta.

Coches que llevaron la diversión a una existencia tan plena como veladamente triste. “Una vez me compré una casa en la playa. Para llegar al mar había que cruzar una calle. Y en esa calle había un bar. Nunca vi el mar”, dijo en otra de sus frases. Al menos los coches le sirvieron como refugio.