Los pinchazos son una incidencia de la que no está exento ningún vehículo que monte neumáticos con aire en sus ruedas. Bien es verdad que una mejor conservación de la red vial y, sobre todo, la evolución de los compuestos ha minimizado un riesgo que, en todo caso, sigue existiendo.
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Por lo que respecta a los automóviles, disponer de una rueda de repuesto propicia una solución relativamente rápida y sencilla a tal imprevisto. Sin embargo, en los últimos tiempos proliferan los coches que la sustituyen por un equipo de reparación y compresores de inflado o una rueda de emergencia (las conocidas como de galleta por ser de anchura reducida), aunque siguen siendo millones los coches que circulan por España con la clásica quinta rueda para cambiar la dañada.
Es básico que este componente se encuentre en buen estado por si llega a ser necesaria su utilización. Según recuerdan los especialistas de Euromaster, una red de más de 530 talleres en todo el territorio nacional, de nada sirve llevar una rueda de repuesto sin la presión adecuada o incluso con un pinchazo, porque el conductor olvidó su reparación en el momento correspondiente.
La quinta rueda también debe cumplir con otra serie de requisitos importantes, los mismos que las del resto: profundidad del dibujo, dureza del caucho, ausencia de daños… En definitiva, exactamente lo que se le exige a cualquiera otra de las ruedas puesto que, obviamente, ocupará su lugar en caso de necesidad.
En este sentido, conviene recordar que la rueda de repuesto puede ser de un fabricante diferente a las demás, aunque siempre equivalente. En la ficha técnica del vehículo se recogen las características que deben tener en cuanto a dimensiones, código de velocidad y de carga e incluso diámetro de la llanta en caso de que se sustituyan en algún momento.
Obligatoriedad y sanciones
El Reglamento General de Vehículos indica que los vehículos deben llevar “una rueda completa de repuesto o una rueda de uso temporal, con las herramientas necesarias para el cambio de ruedas, o un sistema alternativo al cambio de las mismas que ofrezca las suficientes garantías para la movilidad del vehículo”. Y respecto a las alternativas a la rueda convencional señala que “en estos casos se circulará respetando las limitaciones propias” de cada una de ellas.
De incumplirse esta normativa, al margen de las molestias evidentes de la situación, el conductor recibirá una multa de 200 euros, la misma sanción que deberá satisfacer si el neumático destinado a la sustitución no cumple con las condiciones adecuadas para su uso, por ejemplo una profundidad mínima de dibujo de 1,6 milímetros.
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