En materia de accidentes, no hay diferencias significativas entre el número en el que se ven envueltos los coches eléctricos y los de combustión. Sin embargo, según aumenta el número de los primeros circulando por las carreteras de todo el mundo, empiezan a entreverse ligeras tendencias específicas que son curiosas.
La última la ha sacado a la luz Mitchell, una compañía que ha publicado un estudio sobre los accidentes de automóvil en Estados Unidos, aunque los datos se pueden extrapolar a Europa, y que muestra como unos y otros vehículos difieren en la zona en la que suelen experimentar daños, algo que se relaciona con los costes de reparación.
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Y es que el punto de impacto de cada tipología de automóvil es muy distinto. En términos generales los impactos frontales son los más comunes y, con diferencia, los más caros, pues suponen un gasto de reparación medio un 40% mayor que en los golpes traseros.
Por tipología de sistemas de propulsión, los coches con motor de combustión interna (ICE) tiene en un 31,59% impactos de este tipo, mientras que en los coches eléctricos (BEV) es más bajo, del 25,88%.
En el extremo opuesto, literalmente, están los impactos en la zona trasera. Para los eléctricos el porcentaje de golpes en ella es del 35,98%, mientras que en los térmicos es solo en el 27,57% de las ocasiones.
Ryan Mandell, director de desempeño de reclamaciones de Mitchell, explica: “Existe una correlación directa entre el punto principal de impacto y la gravedad de las reclamaciones. Aunque la gravedad general sigue siendo mayor para los BEV que para los vehículos ICE, comprender la dinámica de estos puntos de impacto puede ayudar a las aseguradoras de automóviles a evaluar mejor el riesgo, gestionar las reclamaciones y ayudar a los asegurados”.
Por qué existe esta diferencia
El propio estudio apunta a dos posibles causas para que se dé esta diferencia. La primera es que los eléctricos en términos generales son coches más modernos, por lo que tienen más tecnología, entre ella la frenada de emergencia automática, lo que hace que provoquen menos golpes de alcance.
La segunda es que los coches eléctricos tienen una dinámica de conducción diferente, en muchos modelos contando incluso con el formato one pedal, en el que basta con soltar el acelerador para que el coche se frene. De esta manera, reducen todavía más sus alcances, pero puede provocar frenadas más bruscas que hagan que el coche que les siga impacte con ellos.
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