Los SUV comparten la base mecánica —plataforma— de otros modelos, pero se visten con suspensiones y carrocerías más altas de línea todoterreno. Así, el C3 Aircross, el Arona y el Stonic se derivan de tres utilitarios (Citroën C3, Seat Ibiza y Kia Rio), y el Kona se basa en el Hyundai i30, un compacto tipo Golf. Y la diferencia condiciona su comportamiento. Por lo demás, todos equipan minimotores de gasolina y tres cilindros: de 1.0 el Seat (115 CV), el Hyundai y el Kia (120 CV), y de 1.2 el Citroën, aunque menos potente (110 CV). Y tienen cambio manual de seis marchas, salvo el del C3, que es de cinco.
Con esta base de familiar compacto, el Kona transmite las sensaciones de un coche superior, porque ofrece un tacto y comportamiento más sólidos y consistentes, y un mayor aplomo en todos los trazados. Es fácil de conducir, entra muy bien y se mueve poco en las curvas, y tiene un tacto de dirección muy bueno. Pero como se basa en un modelo más grande, pesa unos 130 kilos más que el Seat y el Kia, y no es tan ágil en zonas viradas y curvas enlazadas. El Arona y el Stonic le siguen de cerca, con un tacto y reacciones más ágiles y deportivas que se disfrutan al volante. No se sienten tan sólidos y refinados, pero su mayor ligereza y unas suspensiones algo más firmes aportan un comportamiento más cercano a los turismos de los que se derivan, con una respuesta más precisa e inmediata al volante y balanceos e inercias más comedidos en las curvas. Y dan mucha seguridad.
El Citroën está un paso por detrás, con una carrocería casi de monovolumen, entre cuatro y nueve centímetros más alta, y suspensiones más blandas que priman el confort. Y si le sumamos una dirección lenta que no transmite lo que sucede entre la rueda y el asfalto, el resultado es un comportamiento cómodo a ritmos suaves, pero mucho menos eficaz que sus rivales cuando se sube el ritmo en zonas viradas. Y al final, entre la falta de aplomo y los neumáticos mixtos (asfalto y tierra), invita a ir más tranquilo porque da menos confianza al conductor.
Con los motores sucede igual. El Hyundai y el Kia comparten la mecánica más potente y son ligeramente más rápidos que el Seat, pero este lo compensa con una respuesta más inmediata al acelerador que le hace parecer más potente de lo que es. El Citroën se queda por detrás en prestaciones, porque tiene menos caballos y genio, y el cambio de solo cinco marchas tampoco ayuda. Sin embargo, todos ofrecen prestaciones correctas para viajar, aunque por su baja cilindrada son muy sensibles al peso, sobre todo si se viaja a plena carga. Pero gracias al turbo empujan bien desde 1.800 vueltas y se estiran por encima de 6.000. Y aunque vibran cuando se apuran las marchas, no se nota en exceso que son tres cilindros.
El Kia y el Seat frenan en menos distancia y con mejor equilibrio, seguidos de cerca del Hyundai, mientras el Citroën acusa más sus suspensiones y neumáticos y necesita más metros. El Kona, en cambio, ofrece la mejor calidad de conducción, con un tacto más sólido y consistente, seguido del Arona y el Stonic.
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