Sensación de borrosidad, incapacidad para distinguir los brillos y las sombras y, en definitiva, una capacidad de visión muy mermada. Son las consecuencias del alcohol en los ojos de los conductores ebrios y así lo determina un estudio de la Universidad de Granada (UGR), que calcula, por ejemplo, las consecuencias de tomarse tres copas de vino antes de conducir.
Los expertos del departamento de Óptica revelan en su texto, publicado en la revista Scientific Reports, cómo el consumo de alcohol deteriora la función visual: “Disminuye la sensibilidad al contraste (esto es, la habilidad de discriminar contrastes luminosos) y crea un velo luminoso sobre la escena observada, al aumentar la luz difusa que llega a retina”.
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Cuarenta sujetos con una edad promedio de 28 años realizaron tres sesiones en diferentes días: en la primera de ellas no tomaron alcohol; en la segunda y la tercera consumieron, respectivamente, 300 y 450 mililitros de vino tinto, esto es, lo correspondiente a dos y tres copas.
Y entonces los investigadores determinaron el rendimiento en la conducción evaluando dos funciones visuales: la sensibilidad al contraste y la luz difusa que llega a la retina. Además, los participantes usaron un simulador de conducción –en autovía, montaña y ciudad– con el que se examinó su rendimiento al volante.
En carretera de montaña
Los conductores mostraron un nivel de conducción inferior en todos los casos, pero especialmente en el tramo de carretera de montaña. Aumentaron sus tiempos de reacción antes de las frenadas y tuvieron muchos más problemas para mantener el coche correctamente dentro de la vía.
“Creemos que este trabajo resulta de gran importancia, sobre todo teniendo en cuenta que los exámenes visuales que se realizan para la obtención y renovación del permiso de conducir no tienen en cuenta estos aspectos de la función visual”, sostiene Miriam Casares López, autora de la tesis de la que forma parte el estudio e investigadora del Laboratorio de Ciencias de la Visión y Aplicaciones de la UGR.
Según datos de 2018 publicados por la Dirección General de Tráfico (DGT), las distracciones causan el 32% de los siniestros con víctimas, seguidas por la velocidad (22%) y el alcohol y las drogas (21%). Sin embargo, un siniestro en el que esté presente el alcohol suele tener ciertas características diferenciadoras (para mal). La principal es que este tipo de accidentes tiene una mayor lesividad de la que se registra habitualmente en el resto de accidentes, con un promedio de 1,49 víctimas por cada caso, lo que supera el ratio del resto, situado en 1,39. Y no solo eso, también presenta un mayor porcentaje de lesiones graves (un 9,47% de las veces, frente al 7,15%), y de víctimas (2,25% frente al 1,21%).
Según el profesor José Juan Castro, director de la tesis, “los resultados de este estudio ponen de manifiesto la relevancia de aspectos de la visión diferentes a la agudeza visual. Es importante también estudiar cómo afecta la visión en esta tarea, especialmente tras el consumo de alcohol, que por desgracia, sigue estando presente en un importante porcentaje de los accidentes de tráfico”.
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Periodista especializado en seguridad vial. Editor y redactor de El Motor desde 2016. Empezó a escribir de fútbol en 1998 en Diario 16 y ha trabajado en varios proyectos de Prisa Media desde 2000. Licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra, es autor de ‘Aquí no se rinde ni Dios’ (2020).