Que Bentley entrara en el segmento SUV fue tomado con escepticismo al principio, entendido como un paso lógico después y visto como un acierto al final, ya que el Bentley Bentayga accedió directo al Olimpo de los todocaminos. Tras varias versiones en el mercado le llega al turno a la que será de acceso, aunque tratándose de la marca británica esa condición sigue significando lujo al extremo y una mecánica imponente: es el Bentley Bentayga V8.
El punto más destacado es su motor, el mismo bloque 4.0 V8 que ya emplea el todopoderoso Lamborghini Urus, solo que en este caso algo menos exprimido ya que entrega 550 CV de potencia (100 menos) y un par máximo de 770 Nm (80 menos). El propulsor se combina con una caja de cambios automática ZF de ocho relaciones y con un sistema de tracción total permanente con distribución del par 40/60.
Gracias a él, además de una dieta con la que rebaja 45 kilos, acelera de 0 a 100 km/h en 4,5 segundos y alcanza una velocidad máxima de 290 km/h. Por otra parte, las cifras tanto de consumo como de emisiones son bastante altas: 11,4 l/100 km en ciclo mixto y 260 g/km de CO2.
El segundo titular que deja este Bentley Bentayga V8 es que, si se opta por el sistema de frenado de cerámica de carbono, exhibe los frenos más grandes que haya montado jamás un vehículo de producción: discos de 440 mm de diámetro en el eje delantero (mordidos por pinzas de 10 pistones) y de 367 mm en las ruedas traseras.
Por último, aporta el Bentley Dynamic Ride, un sistema de suspensión activa de 48 voltios con varios modos de funcionamiento que regulan la dureza y la respuesta de los amortiguadores, dando más aplomo y estabilidad al vehículo y optimizando su maniobrabilidad.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.