¿Cuál fue el primer coche con motor diésel de la historia?

El sector del automóvil tuvo que esperar para que una marca fabricase el primer coche en serie equipado con un propulsor de gasóleo.

primer coche diésel
El Mercedes-Benz 260 D se lanzó en el año 1936.

La trayectoria del diésel en el mundo del motor ha sido irregular. No estuvo en el comienzo de la historia del automóvil y durante mucho tiempo su papel fue pequeño, pero a finales del siglo XX hubo un boom y su popularidad fue enorme, especialmente en mercados como el español. Sin embargo, tras esa etapa ha sido perseguido por sus emisiones y poco a poco ha vuelto a caer en el ostracismo. Pero, ¿cuál fue el primer coche con motor diésel de la historia?

Fue el Mercedes-Benz 260 D, que es considerado como el primer turismo diésel producido en serie del mundo, en el año 1936. Fue el vehículo que sentó la base para la aplicación de motores diésel en coches de particulares, una tecnología que se abriría paso por la eficiencia y el bajo consumo que presentaban estos propulsores en comparación con los bloques de gasolina.

Utilizaba motor de cuatro cilindros y 2,6 litros que desarrollaba una potencia de 45 CV, escasa desde el punto de vista actual, pero reseñable para aquella época. Gracias a ello era capaz de rozar los 95 km/h de velocidad máxima, aunque acelerar hasta ellos era un proceso más largo que con un vehículo de gasolina.

Rendimiento modesto, gran eficiencia

La propia Mercedes destacaba que combinaba un consumo económico, que se traducía en ahorro para sus clientes, con una larga vida útil, ya que era una mecánica fiable. Con estas características, no es de extrañar que se popularizara entre los taxistas, algo que se ha mantenido hasta la llegada de los coches híbridos, ya que aunaba fiabilidad y frugalidad, algo indispensable para quienes recorren cientos de miles de kilómetros con sus vehículos.

primer coche diésel

Mercedes apostó por el vehículo, ofreciendo esta motorización en una amplia variedad de carrocerías, desde la berlina convencional a la Cabriolet B, pasando por las Pullman berlina y Pullman Landaulet, entre otras.

A pesar de su buena acogida y de la innovación que supuso para el sector del automóvil, su éxito comercial fue moderado, logrando matricular algo menos de 2.000 unidades.

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