Cuando llega el invierno, el frío afecta a los motores de los coches en mayor o menor medida y tanto si son de combustión como eléctricos.
Y mientras que a los eléctricos les puede afectar a su menor rendimiento y menor autonomía, con los de combustión, y más concretamente con los diésel, hay que tener especial cuidado.
Más información
Diésel para invierno
Mientras que la gasolina se congela a -107 grados, el diésel lo hace a solo -10 grados, una temperatura que en invierno se alcanza en muchas poblaciones de España.
A esta temperatura las parafinas del combustible empiezan a cristalizarse, por lo que se vuelve más denso y viscoso. Y si esto pasa, la inyección en el cilindro es defectuosa, provocando problemas para arrancar, tirones y pérdidas de potencia.
Por eso, en invierno, en el combustible diésel (también en el gasolina) se incluyen una serie de aditivos para que el punto de congelación aumente.
Estos aditivos se suelen añadir desde diciembre hasta finales de febrero.
¿Y qué pasa si el coche lleva parado mucho tiempo?
El problema que puede surgir si un coche lleva parado mucho tiempo y se arranca en invierno es que puede contener combustible del verano que no contenga esos aditivos.
Y si se ha comenzado a ‘congelar’ costará mucho más arrancar y se forzará el motor de arranque y la batería que, en estas circunstancias, no estarán en su mejor momento.
Por eso es recomendable renovar el carburante si se queda parado mucho tiempo y así evitar problemas al arrancar.
Sigue toda la información de EL MOTOR desde Facebook, Twitter o Instagram
Periodista especializado en motor desde hace más de 20 años, ha trabajado en diferentes gabinetes de prensa (Federación Española de Automovilismo o Circuito del Jarama) y medios especializados (Motor 16, Marca Motor o Auto Bild). Apasionado de coches, motos y, ahora también, de los cacharros con alas.