Lo dicen todos los estudios y lo corrobora la experiencia: la mayoría de los automovilistas prestan poca, o ninguna, atención a los neumáticos de su vehículo. Están ahí abajo, oscuros, casi siempre algo sucios, nada glamurosos. Nos interesan mucho más otros componentes del coche que las ruedas. Sin embargo, por ello no deberíamos dejar de ser conscientes de que su estado influye en la seguridad de forma determinante.
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Unos neumáticos deteriorados pueden amargarnos un viaje o, incluso, ponernos en peligro si la incidencia se produce en carretera, cuando se circula a mayor velocidad. No hace falta ser un experto, sin embargo, para mantenerlos en las condiciones adecuadas y tampoco requiere mucho tiempo realizar dos sencillas operaciones para viajar con tranquilidad. Basta con vigilar la presión y el dibujo de la banda de rodadura.
La presión es, sencillamente, el aire que llevan las cubiertas en su interior y que dan consistencia al compuesto. Debe ser la indicada por los fabricantes, que realizan estudios exhaustivos para determinar los parámetros más adecuados para cada tipo de utilización. Obviamente la presión no puede ser la misma con el vehículo ocupado por sólo dos personas que a plena carga con cinco pasajero y mucho equipaje, al igual que pueden existir variaciones entre las necesidades de las ruedas delanteras y las traseras.
¿Cómo se puede conocer la presión exacta que necesitan las ruedas? Podemos encontrarla en el manual de usuario o en el propio vehículo, por lo general, en el marco de las puertas o en la tapa de acceso al depósito de gasolina.
Se debe medir la presión siempre con los neumáticos fríos, lo que supone que no debemos de haber recorrido más de un par de kilómetros hasta llegar a la estación de servicio. Si la distancia es mayor, basta con esperar unos minutos hasta que baje la temperatura. Hay que buscar un manómetro de aire que presente buen aspecto, asegurando de que se encuentre en óptimas condiciones. Por desgracia, no siempre es así en algunas estaciones de servicio, con lo que no es mala ideal disponer de un medidor portátil (como el de la imagen inferior) perfectamente calibrado y que nos garantizará la precisión necesaria.
El proceso es sencillo: se quita el tapón de la válvula, se acopla con cuidado de que no existan pérdidas la toma de aire y se presiona hasta alcanzar la cifra deseada. En algunos casos el proceso puede ser diferente, con manómetros que permiten seleccionar previamente la presión para, a continuación, pulsar hasta que se alcanza ese valor. Si en algún momento nos excedemos, tan solo debemos soltar algo del aire introducido.
Es importante no olvidar colocar el tapón de las válvulas de nuevo al terminar. Otro detalle importante: si el coche lleva sistema de medición y aviso de presión, es necesario reiniciarlo, de lo contrario, podría dar una falsa señal de advertencia.
La profundidad del dibujo en la goma es el otro aspecto clave en el mantenimiento de los neumáticos. Si la hendidura es inferior a lo ideal (entre 8 y 3 milímetros), el comportamiento del automóvil se verá afectado, tanto en suelo mojado como en seco en curvas y frenadas.
La ley marca un mínimo de 1,6 milímetros de profundidad de dibujo. Esto es difícil de comprobar a simple vista, pero existen medidores muy económicos que pueden ayudarnos (como el de la foto bajo esta líneas). Incluso algunos los regalan las marcas de neumáticos o sus distribuidores como material de promoción.
Si no disponemos de uno de ellos, un sencillo truco sirve para saber que no se ha alcanzado ese límite. Se coloca una moneda de un euro sobre la banda de rodadura en el interior de los canales de evacuación del agua. Si el borde dorado queda cubierto por la goma significa que aún mide al menos 2 milímetros. Los neumáticos todavía son utilizables. Es vital realizar esta comprobación en varios puntos de los cuatro neumáticos.
Por si tenemos alguna duda, todos los fabricantes incorporan unos testigos que aparecen cuando se alcanza la profundidad mínima, pero es mucho mejor no apurar tanto para evitar un susto si no estamos muy pendientes de cuando se hacen presentes.