Dicen que el Corvette de Chevrolet es el primer deportivo que se compra un fontanero en EE UU cuando empieza a ir bien de dinero. O el que compra un adulto ya retirado para quemar sus ahorros de años de trabajo en la buena vida. General Motors quiere cambiar esa imagen de juguete y recuperar aquella percepción de coche “chulo” que circulaba hace medio siglo por el asfalto de la Route 66.
Para empezar, la última generación del Corvette, completamente remodelada, se presenta en la celebración de su 60º cumpleaños con la etiqueta de Sting Ray, como los legendarios modelos de 1963 y 1967. Es la manera que tiene el gigante de Detroit de dejar claro que este coche, un icono en la industria y en la cultura estadounidense, no está listo para jubilarlo en el garaje.
El deportivo es una de las estrellas del Salón de Detroit. Como GM, el modelo fue sometido a un cambio completo de imagen para que pueda rivalizar en un mercado muy competitivo. Nada de retro, nada de volver a los día de gloria del pasado, pero sin perder su identidad. Su gran reto será encontrar nuevos clientes que lo compren ahora y dentro de 10 años.
Es un coche completamente nuevo, por fuera y por dentro. Para empezar, su estructura es de aluminio y carbono para reducir su peso y mejorar su eficiencia en el consumo. La evolución del motor también es una declaración de intenciones. El modelo de 1963 tenía un V8 de 5,4 litros y 250 caballos de potencia. El Sting Ray 2014 también es un V8, pero de 6,2 litros y 450 caballos.
Cambios que no solo buscan atraer a un nuevo público en EE UU más joven, el objetivo es también cautivar a una audiencia global. El precio del deportivo no es público, pero los que están en el mercado se venden a un precio inicial de 49.600 dólares. Tampoco se dan cifras de consumo, solo se dice desde GM que las pruebas reflejan que mejora el rendimiento de sus predecesores.
Y hablando de atraer a una nueva generación de jóvenes más interesados en socializarse por Internet que en coger un coche, tres nuevos modelos que están atrayendo la atención en el arranque del Salón. Por un lado, el concepto CrossBlue de Volkswagen. Tardará aún en llegar al concesionario, pero es la nueva apuesta alemana por seguir creciendo en EE UU con un coche grande.
Llegará antes al mercado, quizás a final de año, el concepto de crossover MKC de la casi olvidada Lincoln. Ford Motor está invirtiendo un dineral en resucitar al marca y en hacerla relevante en el segmento de los coches de lujo, donde Cadillac pega fuerte. También modelos de entrada nuevos para Mercedes, con el pequeño CLA y el coupé clase E, y BMW, con un coupé Serie 4.
Siempre en el segmento de lujo, la surcoreana Hyndai presenta su futuro HCD-14 Genesis. Y por cambiar, Infiniti lo hace hasta en la manera de nombrar sus coches. Ahora empieza con la letra Q. La novedad en este certamen es el sedan de tamaño medio Q50, que sustituye al G37. Mientras que Toyota presentó el que podría ser el futuro Corolla, que necesita un cambio urgente de diseño.
Hablando de futuro, General Motors sigue adelante con su apuesta con los plug-in híbridos. En esta ocasión lo hace con el Cadillac ELR, un dos puertas que podría decirse es una versión de lujo del Volt. El exterior de este coche eléctrico es completamente diferente a la de su primo hermano de Chevy, aunque comparten esencialmente el mismo sistema de propulsión.
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