El DeLorean fue, es y será el alma de Regreso al Futuro

Pocos coches hay tan icónicos como el que llevó a Doc y Marty McFly a los años 50, el salvaje Oeste y de Regreso al Futuro… nuestro 2015.

El DeLorean fue, es y será el alma de Regreso al Futuro

Hoy es el día: 21 de octubre de 2015. Podemos recordar con total nitidez esa fecha grabada en el salpicadero del DeLorean y, ahora que ha llegado, te van a bombardear con todo tipo de noticias, curiosidades y reportajes sobre Regreso al Futuro por todos lados. Por eso vamos a hacernos a un lado y centrarnos en el que, desde nuestro claro y motorizado punto de vista, es el auténtico protagonista de la saga: el DeLorean DMC-12. Porque, ¿qué hubiera sido de Marty McFly y Doc si el deportivo alimentado por el condesador de fluzo no hubiera funcionado?

Que estarían muertos. Simple y llanamente. Imaginad el impacto de la carrocería del DeLorean a 140 km/h en los cuerpos de los protagonistas si no hubiese saltado en el tiempo. Pero lo hizo, no una, sino muchas veces, y gracias a ello se ha convertido en un representante icónico de los vehículos en el mundo de la ciencia ficción.

Hay que recordar, por si alguien vive en la inopia o en zonas aledañas, que el DeLorean DMC-12 fue un coche de verdad, que se produjo en serie y del que todavía hay unidades en activo rodando.

El primer prototipo del modelo apareció en 1976, pero su fabricación no comenzó hasta 1981, solo un año antes de que la marca cayera en banca rota. Aun así, fue tiempo suficiente para producir (se estima) hasta 8.500 unidades.

Su estética, salida de las manos de una leyenda como Giorgetto Giugiaro, representa a la perfección las líneas predominantes en los deportivos de la época. Trazos rígidos, formas angulosas, faros cuadrados, una parrilla de plástico negro, tablillas cruzando el cristal posterior, llantas multirradio, unos pilotos traseros realmente ochenteros y unas imponentes puertas con apertura de alas de gaviota.

Bajo el capó contaba con un motor 2.8 V6 que desarrollaba 130 CV y 208 Nm de par máximo, que se podía asociar tanto a una caja manual de cinco velocidades como a una automática de tres (si, eran otros tiempos). La marca aseguraba que hacía el 0-100 en 8,5 segundos. Como curiosidad, en la película se sustituyó el sonido del propulsor por el de un bloque V8.

En la saga fílmica la imagen del modelo era sensiblemente más radical que la del coche de calle, con el condensador de fluzo en el maletero, el cableado por todas partes y las enormes salidas de escape de la zaga. Además, en la tercera entrega se añadieron nuevas modificaciones como un aparato situado sobre el capó y las llantas cromadas y rojas con neumáticos de perfil blanco.

Sin embargo, en la vida real también hubo lugar para las excentricidades, como una serie especial limitada de tres unidades en la que los paneles de la carrocería fueron chapados en otro de 24 quilates.

Y eso de fábrica, pero luego están los particulares, como Rich Weissensel, que en los últimos 14 ha ido recogiendo DeLorean en diversos estados y los ha restaurado convirtiéndolos en versiones de todo tipo: desde un Monster Truck a una limusina, pasando por un descapotable.







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Mario Herráez

Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.

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