Las subastas de coches son muy habituales, con eventos que se suceden cada dos por tres y en los que, también muy a menudo, aparece un coche que llama la atención de los coleccionistas. En el de Scottsdale, que celebra Barrett-Jackson entre los días 20 y 28 de enero, hay uno que brilla tanto por el modelo que es como por quién fue su propietario original: un Lamborghini Diablo VT Roadster de Donald Trump.
El anterior presidente de los Estados Unidos tenía una relación bastante estrecha con la marca italiana en la época en la que el deportivo vio la luz, a finales de la década de los noventa.
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Lamborghini le cedió varios ejemplares del Diablo para uso promocional, motivo por el que cuando Trump decidió comprarse uno propio, le permitió que lo personalizara con opciones que no estaban disponibles para el resto de compradores.
La firma produjo 132 ejemplares del modelo para el mercado estadounidense entre 1997 y 1999, y este es el único cuya carrocería luce el color Blu Le Mans. No es el único detalle que lo diferencia del resto de la producción, también cuenta en el interior con una placa en la que se lee “Donald Trump 1997 Diablo”.
Su apartado mecánico es idéntico a como salió de fábrica. Monta un motor 5.7 V12 que desarrolla 499 CV y 582 Nm de par máximo, asociado a una caja de cambios manual de cinco velocidades y a un sistema de tracción integral. Gracias a ello acelera de 0 a 100 km/h en 4,1 segundos y alcanza una velocidad máxima de 325 km/h.
Donald Trump tuvo el Lamborghini Diablo VT Roadster en propiedad hasta 2002, momento en el que lo vendió y desde el que deportivo ha tenido otros dos dueños.
Barrett-Jackson no ha desvelado cuál es el kilometraje que tiene a sus espaldas, pero las imágenes muestran un estado de conservación óptimo. Tampoco se ha ofrecido una estimación de la cifra que puede alcanzar la puja más alta, pero por la combinación de modelo y propietario posiblemente sea bastante elevada.
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Apasionado del motor desde pequeño, primero de las motos y después de los coches, con especial predilección por los modelos nipones. Lleva una década dedicándose al sector, formado primero en Autobild y desde entonces en el Grupo Prisa, probando todo lo que haga ruido... o no.